(Notas para el programa de IB3 Radio, Pirates i Sirenas de Sandra Llabrés. (28 Octubre 2009)
“El esplendor del monumento, el esmero puesto en su erección, el cuidado con que fue circundada, todo apunta a una misma conclusión, que la piedra capitel era el emblema, el signo visible y externo de la Deidad, colocada en lo alto para ser vista por todo el pueblo”
Margaret Murray. 1932
Las taulas siguen siendo, en pleno siglo XXI, un inmenso enigma todavía no resuelto por la arqueología y la investigación histórica; pese haber despertado la imaginación y el afán de estudiosos, arqueólogos y científicos, desde el siglo XVIII.
No deja de ser curioso por otra parte, que Menorca sea, el único lugar del mundo donde aparecen estas singulares construcciones megalíticas[1]. Las taulas son el elemento más emblemático, central [2]y destacado de los santuarios talayóticos menorquines de planta de herradura. [3]
Una taula se compone fundamentalmente de dos grandes piedras: Una hincada en el suelo, que efectúa la función de soporte, con una altura que oscila entre dos y cinco metros, con una anchura entre uno y dos metros y medio, y con un grueso entre 30 y 60 cm.
La otra piedra, a modo de capitel, está formada por un gran bloque rectangular, en la mayor parte de los casos, cuidadosamente trabajado, y pulidos en ángulo sus bordes, que descansa sobre la piedra soporte, en algunos casos encajada, gracias a una pequeña ranura en la base. La piedra capitel puede llegar hasta los 4 metros.
Todo el conjunto nos recuerda una letra “T” mayúscula; o una gigantesca mesa; de ahí su nombre en catalán: ‘taula’.
Estos santuarios, normalmente en forma absidal, como los mallorquines, se hallan, dentro o cerca de los poblados talayóticos, junto a un talayot importante; lo que nos indica que tenían una relevante, compleja y desconocida función para la comunidad. Hoy sabemos, por los estudios arqueológicos efectuados, que todo el recinto-santuario se hallaba compartimentado en cubículos o capillas, separados por 12 o 13 pilastras adosadas a las paredes,[4] en donde solían ubicarse, hornacinas o bancos corridos, en ocasiones altares adosados y en donde se han hallado diversos tipos de ofrendas.[5] Un detalle cuya significación todavía no se ha explicado, es la aparición, a la derecha y al pié de la jamba de la puerta de entrada de algunas taulas, de unas piedras hincadas en tierra, tipo cantos rodados, de arenisca roja, o graníticos de color gris; procedentes, todos ellos, de la zona norte de la isla, geológicamente distinta a los lugares habituales de las taulas, más al sur.
Pero no siempre la taula, en posición central y dominante, se hallaba aislada; ya que en mas de cinco recintos, a su izquierda se halla una pilastra exenta, distinta a las adosadas en las paredes del recinto y a la derecha, ligeramente atrás y de tamaño inferior, otra pilastra, tipo taula, que se parece muchísimo a la propia taula; formando este conjunto un peculiar trío, en posición central, dentro del recinto. Las taulas suelen tener una orientación meridional (al Sur).
Sabemos que fueron construidas entre el 900 y el 700 a de C. y que permanecían en uso entre los siglos III y II a de C.[6]
Está bien documentado por la arqueología que en estos recintos se celebraban rituales político-religiosos complejos, en los que se sacrificaban y quemaban animales jóvenes, especialmente, cabras, cerdos, ovejas y bóvidos[7] siendo ofrendadas a la divinidad, las partes del animal con poco contenido cárnico, lo que hace suponer que el resto era consumido por la comunidad en unos banquetes en los que la ingesta de vino no faltaba, dado el registro de ánforas de vino, halladas en los recintos de taula. Tampoco faltaban pebeteros para quemar, posiblemente, yerbas aromáticas, incienso o plantas alucinógenas.
Los restos de fuegos de combustión lenta y los pozos o vertederos para arrojar los huesos de los animales consumidos, refuerzan lo expuesto anteriormente.
No han aparecido inscripciones o dibujo alguno en estos recintos de taula; solamente unas marcas diagonales en la taula de Trepucó, sobre la que no se ponen de acuerdo los investigadores en si son naturales o intencionadas y una inscripción grabada al pié de la taula de Binicodrell,[8] que parece ser moderna.
Respecto a las taulas, el investigador Vicente Ibañez Orts,[9] basándose en sus medidas y tras minuciosos estudios, llega a la conclusión que siguen una serie de pautas proporcionales similares a algunas de las medias conocidas en el mundo helénico: Media aritmética X=A+B/2; Media geométrica Y= (AxB)½ ; y Media armónica Z=(2xAxB)/(A+B), siendo las incógnitas (X,Y,Z) la anchura de la piedra capitel, y las medidas de referencia (A+B) la longitud y grosor de la misma.
En un principio, desde que Emile Cartailhac, propuso en 1888 la idea, bastantes investigadores defendían que las taulas eran simples estructuras para sostener el techo, aunque hoy en día la mayoría de los arqueólogos apuntan a que eran construcciones sin techo; o, como mucho, techadas parcialmente.
Popularmente se creía que eran obra de gigantes, conducidos por Tubal; llenándolas, la fantasía popular, de leyendas y anécdotas mas o menos esotéricas.
El tema más escabroso y todavía no resuelto, sigue siendo el de su funcionalidad; en donde las teorías e hipótesis de trabajo son más abundantes; veamos algunas de las más conocidas, que básicamente podrían clasificarse como:
a) función sacrificial.
b) función funeraria.
c) función simbólica de la divinidad.
d) función astronómica.
e) función mixta de algunas de las anteriores.
a) La idea de la taula entendida como un altar para sacrificios tiene su origen en 1593, cuando el historiador Juan Binimelis la describe como un posible altar para sacrificios paganos; idea esta que mantiene en 1756 el investigador John Armstrong y continúa en 1818 Juan Ramis; quién sugiere que sobre la taula se colocarían, como ofrendas, primero frutos, luego animales o cabras y finalmente bueyes o seres humanos. Evidentemente la altura de las taulas hace problemática esta función.
b) La taula entendida en un contexto funerario parte de 1908 cuando Antonio Vives Escudero, sostiene que la taula es un “pudridero” o lugar para colocar un cadáver mientras se descarnaba. Recientemente el arqueólogo Javier Aramburu- Zabala ha propuesto una variante en el que la taula tendría un significado de lugar de deposición temporal del cadáver mientras se efectúan los rituales de duelo de un miembro distinguido de la comunidad; de ahí la disposición de las taulas mirando hacía otros asentamientos cercanos, como talayots o cuevas.
c) La taula como símbolo de la divinidad comenzó a tenerse en cuenta a partir de 1908 cuando el investigador Francisco Hernández vio en la taula el símbolo de la “tau” sagrada de la misteriosa India. En 1932 la arqueóloga Margaret Murray sostuvo que el recinto era un lugar de veneración religiosa y la taula, concretamente, el símbolo de la divinidad que motivaba dicha veneración. Fue en 1968 cuando el investigador menorquín José Mascaró Passarius sostuvo que los recintos de taula eran lugares donde se daba una taurolatría, muy extendida, por otra parte, en todo el Mediterráneo, siendo la propia taula la esquematización de la cabeza del dios-toro. El investigador Guillermo Florit Piedrabuena añadió que la taula es la representación de la diosa madre fecundada por el dios toro.
d) La posible función astronómica de la taula parece ser que comienza con L. Ch. Watelin en 1909 que fue el primero en darse cuenta de la orientación este-oeste de dichos monumentos. En 1945, Waldemar Fenn, un alemán residente en las islas, relacionó las taulas con los antiguos cultos a la luna y las fechas de calendario, de tradición originaria babilónica y características similares a las que se darían en el céltico Stonehenge.
También se decantó por una función astronómica, en 1967, el profesor Giovanni Liliu. Desde 1985 hasta 1991 aproximadamente el profesor M. Hoskin, en colaboración ocasional con William H. Waldren y J. A. Belmonte, estuvo analizando funciones y relaciones astronómicas de las taulas con diferentes estrellas, publicando la mayoría de sus trabajos en la revista Archaeoastronomy.
En 1995 dos alemanes, Peter Hochsieder y Doris Knösel, tras diez años de estudio, dieron a conocer su teoría arqueo astronómica, basada en el movimiento del sol, la luna y algunas estrellas como Alfa Centauro y Sirio; estos investigadores opinaban que los diferentes recintos de taula tenían diferentes orientaciones ya que funcionaban con astros distintos. Todas estas teorías han tenido sus defensores y detractores.[10]
Personalmente opino que la taula y su recinto son la expresión de un ancestral, complejo y extendido ritual religioso de los pueblos del Bronce final y célticos, que se practicaba, en gran parte de los santuarios de Europa.
La taula, en este caso, supondría la peculiar expresión arquitectónica de unas comunidades concretas, las menorquinas, cuyos recintos sagrados tendrían una funcionalidad similar a otros recintos, al aire libre, europeos del Bronce final o de la diversificada “cultura céltica” europea.
La taula sería la representación simbólica de una divinidad astada, no necesariamente un dios-toro, sino más bien del tipo Cernnunnos, a modo de Dis Pater, con dos manifestaciones, cada una de ellas dominante, según la época del año[11]: Lug (Mercurio) en época invernal desde el 21 de Septiembre hasta el 21 de Marzo, con aspectos ctónicos y subterráneos, en relación con el inframundo y Bel (Apolo) en época primaveral y estival, con aspectos solares o siderales. Todo el proceso, en clara conexión con el calendario cíclico estacional de renovación de la Naturaleza o la milenaria rotación de siembra y recolección. La transición o cambio de aspecto de la divinidad estaba en relación con el sacrificio de animales, especialmente toros y corderos. Estas comunidades, seguían, para sus festividades, ciclos lunares, celebrándose las principales, 40 días después de los equinoccios y solsticios,[12] con banquetes y fiestas rituales; sin descartar que en esas festividades, no sólo se celebrara la muerte/resurrección de la divinidad, sino algún tipo de ceremonia o boda simbólica, con la diosa.
Eso explicaría determinados ritos y fiestas del toro y del ciervo o el cordero, todavía en época medieval, en fechas muy concretas de calendario y con ocasión de bodas y funerales. No se trataría pues de ofrendas a un dios-toro, sino que el sacrificio del toro o del ciervo/cordero, posibilitaría el cambio de aspecto, de la única divinidad cornuda, expresada en una triada.
Aunque todo lo anterior no es sino una hipótesis más, que convendría verificar en detalle, pues creo que todavía serán necesarios muchos años de excavaciones, investigaciones, debates y conocimiento de la cultura talayótica y “céltica europea”, antes de poder precisar, con una cierta exactitud, la funcionalidad de estas misteriosas construcciones de la isla de Menorca.
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Puede consultarse también la extensa bibliografía individualizada para cada una de las Taulas en:
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Geografía e Historia de Menorca, Tomo III p. 387
Mahón 1982.
La historiografía de las Taulas encuentra un buen fondo bibliográfico en:
Mascaró Pasrius, J.
Corpus de Toponimia de Mallorca. Tomo VI, Trabajos de carácter general. Pág. 3.327
Palma de Mallorca, 1967
NOTAS
[1] Parece ser, que en la campaña de excavaciones llevada a cabo el verano de 2006 y dirigida por el arqueólogo Javier Aramburu en el poblado talayótico de ses Païsses de Artá, encontraron una losa rota, clavada verticalmente, que podría tratarse de una taula.
[2] La taula ocupaba una posición central, aunque no exacta dentro del recinto. En ocasiones se ha documentado, además de la taula principal, otra, más pequeña, situada en el lateral de la izquierda y algo retrasada con respecto a la principal. (Binimassó, So Na Caçana E., Son Catlar, Talatí y Torre Llafuda)
[3] Pese a que el tema no está cerrado, parece ser que podemos hablar de aproximadamente de unas 30 taulas documentadas en Menorca, siendo las más conocidas: Alfurinet, Algaiarens, Bellaventura, Biniac Vell, Binicrodell Nou, Binimaimut, Binimassó, Binisafullet, Cavalleria, Cotaina, Es Tudons, La Beltrana, Na Comerma de sa Garita, Sa Torreta de Tramuntana, Sant Agustí Vell, So na Caçana Est, So na Caçana Oest, Son Angladó, Son Catlar, Son Olivaret Nou, Son Rotger, Talatí de Dalt, Torralba d´en Salort, Torralbenc Vell, Torre d´en Galmés, Torrellafuda, Torrellisá, Torretrencada, Torrevella d´en Lozano, y Trepucó. Siendo esta última la más grande de Menorca.
[4] Algunos con ocho y otros con trece, como en Torralba, con una disposición casi matemática.
[5] La arqueología ha documentado en Torralba d´en Salord (Alayor), los restos (tres de las cuatro patas) de una figurita de caballo de bronce, un torete, también de bronce. Un Marte de bronce en Sa Cavallería (Mercadal). En Torre d´en Galmés una estatuilla de bronce representando al Imhoteph, un personaje egipcio relacionado con la medicina divinizado; lancetas de bronce. También se depositaban en las taulas abundantes ofrendas cerámicas; entre ellas destacan las copas crestadas, que podrían tener una significación ritual más específica.
[6] En niveles base de la taula de Torralba existe una datación radio carbónica que fecha el inicio del monumento en el 900 a de C. Otras dataciones nos indican que las taulas permanecían en uso entre el 380 y el 110 a de C.) Es decir, que se siguieron utilizando, hasta después de la romanización. (123 a de C.)
[7] Sin descartar équidos y avifauna; también conejos, peces y moluscos. Estos festines rituales en determinadas fechas de calendario son muy habituales entre los pueblos indoeuropeos y célticos; baste recordar el sautramani en India (carnero, toro, cabra), la suovetaurilia romana (cerdo, cordero, toro), los sacrificios de los célticos lusitanos (oveja, cerdo, toro), la trittriai griega, etc. Y parecen continuarse en el “convivium visigodo” y ya en la Edad Media en los “Dinars de mors i honras grasas” o en las “caridades”; fiestas comunales en donde no faltaban el pan, el vino, el cordero y el toro.
[8] Arguimbau Bagur, L. “Analisis de la inscripció gravada al peu de la taula de Binicodrell nou” (2002)
[9] Este autor había teorizado, con anterioridad y sin éxito sobre la posibilidad de que las taulas estuvieran en relación con el número áureo (1.618….) que fue utilizado en la arquitectura religiosa por egipcios, griegos y romanos, por los constructores de las catedrales góticas y los arquitectos renacentistas, siendo famosa la obra “La divina proporción” del franciscano Fray Luca Pacioli, llamado el “monje ebrio de belleza” y publicada en Venecia en el año 1509. Después intentó, también sin éxito, establecer concordancias de las taulas con el triángulo pitagórico (un triángulo rectángulo en el que la longitud de sus lados son números enteros).
[10] Ver, por ejemplo: José Llull “Las alineaciones de las taulas ¿funcionales o casuales?”. En Huygens nº 11 Marzo-Abril, 1998.
[11] Ver la estela galo-romana de Reims (Marne). O la talla zooantropomorfa con cuernos de ciervo joven, de la Cova des Mussol (Menorca), hallada en un nivel subterráneo, junto a un posible altar, con diversas tallas de madera, posiblemente exvotos, que tienen paralelos claros en diversos lugares de Irlanda, Escocia, Inglaterra y Alemania, todas ellas típicas de la expresión religiosa y artística de pueblos con filiación céltica o germánica.
[12] El exhaustivo estudio de Hochsieder y Knönsel nos remiten a que la alineación de las taulas y pilastras del recinto están en conexión con los solsticios y equinoccios especialmente. Las pilastras tienen una clara relación con los ciclos lunares del año; 13 lunas de 28 días.