viernes, 18 de septiembre de 2009

Sissí, Emperatriz de Austria y Catalina Homar, un encuentro en Valldemossa









(Apuntes para el programa de IB3 Radio ‘Pirates i Sirenes’ (17-IX-2009) Dirigido por Sandra Llabrés.

En la excéntrica, variopinta, alternativa y adelantada a su tiempo vida, de S. A. I. y R. el Archiduque Luís Salvador de Habsburgo-Lorena y Borbón. (Florencia 1847- Brandeis 1915) hubo bastantes mujeres[1] y algunos hombres[2] que ejercieron su impronta en el carácter de este archiduque errante;[3] una de estas relaciones, apasionada y desigual, posiblemente la más verdadera y conflictiva; fue la que sostuvo con la payesa valldemossina Catalina Homar.
El Archiduque, en 1886, con 39 años conoció a Catalina Homar que tenía entonces 18. Aunque su convivencia ‘directa’ no duró hasta la temprana muerte de Catalina en 1905 ya que se separaron antes.[4]
El Archiduque nunca se avergonzó de esta relación, pese a la diferencia de ‘status social’, aunque tampoco debió perdonarle lo que algunos investigadores suponen una relación con Juan Singala, el capitán del Yate Nixe, propiedad del Archiduque.
Catalina fue una mujer independiente, preocupada por la pobreza generalizada en Valldemossa y por las condiciones de trabajo de los empleados de S´estaca. Una persona viva e inteligente que comprende que su relación con el Archiduque la puede ayudar social y culturalmente. Catalina tiene una memoria extraordinaria, conoce un gran repertorio de canciones populares, aprende deprisa. Es responsable en su trabajo al frente de S´estaca. “Sa madona” de S´estaca o “Sa nina” es querida, apreciada y valorada. Un buen libro es uno de los regalos que más aprecia. Mantiene la fidelidad al vestido mallorquín siempre en sus viajes al extranjero. Es valiente, sofoca con los trabajadores de S´Estaca un incendio. Le gustan los animales y dar largas caminatas con frecuencia. Le encanta la naturaleza y el paisaje de la costa norte mallorquina. Todos los días contempla la puesta de sol. En cierto sentido es una adelantada a su tiempo, como el propio Archiduque [5]y la emperatriz Sissí.
Otra gran mujer que llamó la atención del Archiduque, pese a su acortada vida fue, su prima, la emperatriz errante Elisabetta Amalia Eugenia von Wittelsbach, Duquesa de Baviera y Emperatriz de Austria (1854-1898), conocida como ‘Sissí’. Su temperamento independiente, ajeno a las normas sociales, hizo temblar a la timorata Viena y palidecer a la propia reina Victoria, a Isabel II y el rey de Grecia.
Elizabeth no fue la princesa almibarada y tierna, un poco desvaída, que se muestra en las películas de Romy Schneider, en la década de los 50.[6]
Sissi representa muy bien el alma torturada e inconformista, algo narcisista, de los románticos. Su carácter rebelde detestaba el protocolo, fumaba, leía a Shakespeare y Hegel, hablaba húngaro, inglés y francés, estudió griego. Estaba obsesionada por los clásicos, por la equitación, las largas caminatas y la gimnástica, fue una viajera compulsiva y nerviosa, vagó de Corfú a Madeira, de Trieste a Inglaterra, de Egipto a España. Hungría, Holanda, Suiza, buscando nuevos horizontes que distraigan sus penas. La emperatriz de la soledad, la llamó Mauricio Barrés.
Quizás fue precisamente el carácter tan excéntrico del Archiduque que tanto sedujo a Sissi. La emperatriz de Austria compartía con el Archiduque su amor por la naturaleza y una gran inquietud cultural. En muchas ocasiones en que la bella emperatriz sentía necesidad de huir de la corte de Viena, se refugiaba en casa del Archiduque en Mallorca.
El 17 de Diciembre de 1892 la emperatriz Sissi estuvo en Mallorca durante unos diez días para saludar al Archiduque. Posteriormente, en Enero de 1893 regresó al puerto de Sóller, a bordo del yate imperial Miramar y la emperatriz se hospedo en el predio de Miramar, en compañía del Archiduque. Venía buscando alivio al dolor ocasionado por el fusilamiento de su hermano Maximiliano y el trágico suicidio de su hijo Rodolfo
Catalina Homar y la emperatriz Sissi se conocieron en ese viaje. En un lugar solitario.
Comenta Luis Ripoll en el prólogo de una de las ediciones del libro Catalina Homar que “la Emperatriz bajó a S´Estaca y conoció a la muchacha Catalina Homar. Obsérvese que no subió a Miramar la niña.”
El Archiduque, por su parte dice en su obra Catalina Homar que “Catalina quedó sorprendida de su augusta figura; no es que mirase a su alta posición, sino a esa suave sonrisa que a todos subyugaba. Las dos mujeres hablaban, como si de antiguo se conociesen, y no es extraño, porque en ambas dominaba el sentimiento de lo humano”. Y no es de extrañar, ambas, al igual que el Archiduque, como dice Bartolomé Ferra: “amaban el cielo, las nubes, el silencio de las selvas, los gemidos del viento, el murmullo de las aguas, todas las voces persuasivas de la Naturaleza,….. La pureza, la simplicidad, la Naturaleza desprendida de todo artificio”. Y continúa el Archiduque diciendo de este encuentro: “El sol bajaba en el horizonte, el mar brillaba como el oro y envolvía a las dos figuras femeninas con una aureola de gloria. Fue como una transfiguración. Nadie hubiese sospechado, en aquel momento, que esa claridad terrena se convertiría para ambas, dentro de pocos años, en una luz celestial”.
Sissí moriría cinco años después, asesinada por el anarquista italiano Luigi Lucheni y Catalina 12 mas tarde. El Archiduque quedó profundamente afectado por su muerte.[7] Se cuenta que una vez escrito el libro sobre Catalina Homar y publicado en 1905, en el aniversario de su muerte, el Archiduque bajó a S´Estaca, oyó una misa y volvió a subir para nunca más volver a aquel lugar.[8]


Sucinta Bibliografía

N. S. Cañellas Serrano
El paisatge de l´Arxiduc
Govern Balear, Palma (1997)

Mateu Colom i Palmer
Catalina Homar, història d´una passió
Ed.Miquel Font (2000)

S. Trias Mercant
Les possesions mallorquines de l´Arxiduc
Ed. Cort (1994)

Gaspar Sabater
Mallorca en la vida del Archiduque errante.

Bartolomé Ferrá
El archiduque errante
Ed. Montaner y Simón S.A. (1948)

Pedro Ferrer Gibert
El Archiduque Luís Salvador en Mallorca
Ed. Gráficas Miramar (1973)

Almagro San Martín
El maleficio de los Habsburgo
(Artículos publicados en ‘Ahora’)

Pedro Bonet de los Herreros
El Archiduque Luís salvador de Austria
B.S.A.L. 16
(1916-17)

Conte Conti
L´imperatrice enigmática

Miguel de los Santos Oliver
Paisaje y Leyenda. La leyenda del Archiduque
Hojas del Sábado, Tomo I, p. 32 y 259


Juan Pou Muntaner
Noticias y relaciones históricas de Mallorca
Siglo XIX 1886-1895
2 Tomos Separata B.S.A.L. 1992

Gabriel Janer Manila
La dama de les boires
Ed. José J. Olañeta 1994

140 años de la primera visita del Arxiduc
Gabriel Alomar/Pep Roig
Suplemento Dominical.
Diario Última Hora, 12 Agosto 2007

Juan March
S´Arxiduc. Biografía ilustrada de un príncipe nómada.
Ed. José J. Olañeta

Dr. José Mª Sevilla
Ensayo psicológico sobre el Archiduque Luís Salvador de Austria
Col-legi Oficial de Metges de Illes Balears
7 Marzo 2006 (Conferencia)

Erwint Hubert, secretario particular del Archiduque y bibliotecario en el palacio de Brandais, que tan espléndidamente retrató el paisaje mallorquín en sus acuarelas, fue autor, según el Dr. Sevilla, de una autobiografía del ilustre personaje, de miles de páginas, inédita y quemada en Madrid, durante la guerra civil.


Algunas obras del Archiduque

Die Balearen in Wort und Bild geschildert (1869-91) 7 Tomos, 9 Vol.
(Las Baleares descritas por la palabra y el dibujo)
Ed. José J. Olañeta 1944 3 vols.

Rondayes de Mallorca (1895) en catalán
Ed. José J. Olañeta 1982

Catalina Homar (1905)
Ed. Panorama Balear 1965

Was mancher wissen möchte (1909)
(Aquello que alguno quisiera saber.)

Die Felsenfesten Mallorcas Geschichte und Sage (1910)
(Los castillos roqueros de Mallorca, historia y leyenda)
Ed. Govern Balear (1994)

Lo que sé de Miramar (1911)
Imp. Amengual y Muntaner.
Ed. José J. Olañeta

Somnis d´estiu a ran de mar (1912)
Imp. La Sinceridad. Sóller
Ed. José J. Olañeta

Portopí in der Bucht von Palma de Mallorca (1914)
(Porto Pi en la bahía de Palma de Mallorca)

Auslug und Wachtürme Mallorcas (1916)
Torres y atalayas de Mallorca
Ed. José J. Olañeta.

NOTAS:

[1] Una de las primeras fue, su prometida, la Archiduquesa Matilde de Habsburgo, hija del Archiduque Alberto, que murió en trágicas circunstancias, quemada por el fuego de un cigarrillo prendido en su propio vestido. Un acontecimiento, que sin duda, afectó profundamente al joven Archiduque.
En 1886, conoció a Catalina Homar, la que sería “Sa madona de S´Estaca”, su amante y persona de confianza para dirigir la finca, en la que vivió hasta su muerte, en 1905. Catalina acompañó al Archiduque en alguno de sus viajes por Menorca, Barcelona, Viena, Trieste, Egipto, el Mediterráneo y a Tierra Santa. El Archiduque escribió un libro dedicado a ella “Catalina Homar”, publicado en 1905, que parece ser no cayó demasiado bien en la corte austriaca, retirando el Archiduque la edición.
En 1890 cuando el Archiduque contaba 43 años, comenzó una relación con Antonietta Lanceroto de 23, el Archiduque le propuso contraer matrimonio, pero ella se casó, en 1899, con Bartolomé Calafat, un empleado del Archiduque.
Parece ser que también fijó su atención en Aina Ripoll Canals, que luego se casó con el mallorquín Antonio Vives Colom, secretario del Archiduque desde los 24 años y viudo de su primera esposa veneciana Luisa Venezze y Fole.
No deja de ser curioso y significativo que todas ellas, Catalina, Antonietta y Aina prefirieran a otro hombre. Aunque no es de extrañar, si como mantiene el Dr. Sevilla, el Archiduque padecía acromegalia, una enfermedad, que entre otras consecuencias produce una manifiesta impotencia sexual.
Algún biógrafo del Archiduque, comenta, que pocos años antes de morir hubo algunas habladurías sobre la relación que mantuvo con Jeanne Billing, ex compañera sentimental de un empleado del Archiduque: Baptiste Coret.
[2] Wratislao Vývorný, que apareció en su vida en 1872, con 19 años procedente de Kuttemberg. El Archiduque tenía entonces 24 años y lo contrató como secretario; su muerte, prematura, cinco años después y por algunas leyendas de celos y extravíos que se cuentan, (Falleció en la fonda de Barnils, a consecuencia de una insolación adquirida en un viaje que hizo a Palma desde Miramar a pie, según se dijo, con el deseo de ver a su novia.) dejó un profundo pesar y remordimiento en el Archiduque, que hizo esculpir un precioso cenotafio de Miramar, en mármol blanco de Carrara, del escultor Antonio Tantardini de Milán, es una escultura preciosa del siglo XIX. En ella aparece la figura de Vývorný resucitando, ante la llamada de un ángel.
A los 35 años el Archiduque conoció a Francesco Spongia, de 18 años el hijo de un gondolero de Venecia.
Al final de sus años se comentaba unas relaciones, poco habituales, con algunos de sus sirvientes: Angelo Crassi o Giulio.
[3] El Archiduque había viajado a Mallorca en 1867 con la idea ya de publicar un trabajo sobre el archipiélago balear; que culminó con su obra Die Balearen. En 1871 volvió a Mallorca y en 1872 adquirió Miramar, el antiguo colegio de lenguas orientales fundado por Ramón Llull. En 1875 Son Galcerán, en 1877 Son Marroig, donde construyo el famoso templete neoclásico en mármol de Carrara. En 1882 Son Moragues, en 1890 Son Ferrandell, en 1894 Son Gual, en 1898 Sa Pedrissa, en 1901 la Torre de Can Costa. Otras de sus posesiones eran: S´Estaca. Comprados unos trozos de tierra de viña, en 1873, hizo construir en 1878 una casa al estilo de las mediterráneas de Lípari; actualmente propiedad del actor Michael Douglas. Son Gallard, Sa Font Figuera, Ca na Matgina, en donde se abrió en 1875 una hostería regentada por “Madó Pilla”, etc. También hizo construir a lo largo de toda la costa de Valldemossa y Deiá, caminos, miradores, templetes, como la Torre-Capilla cilíndrica del Beato Ramón, diseñada por Friedich Wachsmann de Praga, al estilo del románico checo; refugios, etc. para el solaz paisajístico de ese privilegiado balcón mediterráneo.
[4] Catalina Homar y el Archiduque se separaron en Venecia, tras un viaje a Palestina, no volverán a verse más; a pesar de la abundante correspondencia que esta le envía. Catalina permaneció soltera; relacionándose con Juan Singala, capitán del Nixe, el yate del Archiduque; enferma en S´Estaca y muere con 37 años; según parece, de una enfermedad venérea.
[5] El Archiduque siempre hizo gala de una bondadosa humanidad, de un agudo y divertido ingenio. Ayudó a los activistas y pacifistas Bertha von Suttner y Alfred Hermann Fried, premios Nóbel de la Paz en 1905 y 1911. El Archiduque fue un defensor de la conservación del patrimonio lingüístico y cultural de las culturas minoritarias, ecologista convencido y un gran mecenas de la cultura. A lo largo de su vida siempre estuvo rodeado de intelectuales y artistas.
[6] Sissi nació el 24 de diciembre de 1837 en Munich, hija de Ludovica y de Maximiliano de Baviera. Con ocho hermanos, llevo una vida sencilla. Sissi y Francisco José se casaron en 1854, cuando ella tenía 16 años. Sissi fue madre muy pronto. Su primera hija, Sofía, murió a los 2 años de edad, lo cual supuso un duro golpe para la Emperatriz. Le siguieron Gisela y Rodolfo. Todos le fueron arrebatados por su suegra quien consideró que ella sabría educarlos mejor. Sólo se sintió plenamente madre cuando nació, en 1868, Maria Valeria, su hija adorada, de quien no habría de separarse mucho tiempo y a quien quiso entrañablemente. Sissi tuvo unas manías y unas características bien especiales: le gustaba montar a caballo, se hizo instalar un gimnasio en Palacio para practicar anillas, coleccionaba fotos de mujeres hermosas, le gustaba la caza del zorro, era capaz de caminar horas y horas sin dar muestras de cansancio, tenía un pelo largísimo que le ocasionó dolores de cabeza y de espalda y, sobre todo, se obstinó en mantener la misma figura toda la vida. Medía 1,72 cm., nunca sobrepasó los 50 Kg. y mantuvo 40 cm. de cintura. Como dice la Dra. Anabel Sáiz Ripoll: “Sissi fue una mujer enfrentada a su propia soledad, que quiso por encima de todo ser libre y que anduvo obsesionada por sus propios fantasmas; de ahí quizá esa obstinación en seguir caminando, en seguir viajando, en correr, en huir de sí misma”. Hace años, una exposición organizada en Austria, mostraba el contenido del botiquín que solía llevar en sus viajes. En él no faltaban un frasco de morfina ni la jeringuilla para la cocaína.
[7] “Pero yo quedaba deshecho”, escribía el Archiduque.
[8] En la habitación donde murió Catalina Homar, convertida en capilla se colocó una lápida de mármol cuya inscripción reza: “A la inolvidable memoria de Catalina Homar, que por tantos años fue el alma de esta casa. Luis Salvador puse rogando a los que vienen recen por ella.” También encargó al escultor Giulio Monteverde la construcción de una preciosa escultura-monumento instalada en Miramar en 1913 y situada en Son Moragues desde 1922 y en la que la efigie del Salvador recuerda al Archiduque.