lunes, 6 de julio de 2009

José María Álvarez y su Museo de Cera

Junio 1974

Conocí a José María Álvarez hace algunos días; en una conferencia que organizó, aquí en Palma, la Agrupación Hispana de Escritores.
Le conocí entre un vaso de vino y una cerveza, tras de lectura de unos poemas suyos, junto a unos amigos en un bar de la Pza. Sta. Eulalia, creo que al atardecer, es igual tampoco importa mucho.
El hablaba de La Unión; un pequeño pueblo minero cercano a Cartagena que había inspirado uno de sus versos. Un pueblo que tuvo años de esplendor, con los buscadores de plata, un pueblo que llegó a tener un Teatro de la Opera, y una plaza de mercado obra de Gustav Eiffel, aunque ahora sea un pueblo más en una geografía triste, polvorienta y dura.
Si; José María Álvarez; uno de los nueve novísimos de la literatura española que un día reuniera Castellet; charlando franca y abiertamente, sin reservas ni molestas normas culturales.
Pero cuando pude ir más allá de las barbas y los lentes de este joven poeta sureño fue cuando después de las despedidas pude acercarme a su irreverente “Museo de Cera”. (1)
Museo de Cera de entrada libre; con figuras vivas, sin orden ni concierto, en extraña cronología disparatada, lleno de situaciones tan contradictorias como la vida misma.
Literatura, la de Álvarez, que huele a alcohol, a mujeres, a policías y desencantos juveniles. Literatura de cada día, de vivir y andar por casa, por la casa del mundo que es la casa de todos, ya sean locos y cuerdos. Literatura en la línea de un Julio Cortázar, aunque más poética que la prosa de “Rayuela”. (2) Son poemas los de Álvarez que si bien no dan “La vuelta al día en ochenta mundos” (3), nos muestra las vueltas y revueltas de doce años en creación de cadena perpetua; como si fuera para el lector un “Último Round” (4) que nunca acaba, que siempre nos engaña un poco más, enseñándonos algo que apenas intuíamos pero con lo que habíamos soñado alguna vez, quién sabe si dormidos o despiertos, en los lejanos días de nuestra adolescencia.
Encuadrar a Álvarez en un concepto de poesía formal sería poco menos que desvirtuar la esencia de su creación. En la poesía de José María Álvarez no influye solo lo literario, sino todo lo anterior. Todo contribuye a esa amalgama de nombres, fechas, colores, ciudades o situaciones. Bogart, Casablanca, Paris, Ezra Pound, Eluard, Miller, El museo Grevin, etc.
Conjunción en la se recogen vivas pinceladas de síntesis sensoriales y perceptivas. La poesía de José María Álvarez es un informal canto contra unas estructuras mentales demasiado rígidas, contra unas normas culturales opresoras. ¿Escapismo? No lo creo; más bien una expresión surrealista y poética; metafórica impresionista de alguien que intenta expresar tal como la siente, una determinada realidad que le rodea, aunque a veces le satisfaga o le agrie; pero contra la que se rebela porque en último extremo y como dice en uno de sus poemas:



“Estamos siendo exterminados
Es quizá el momento
De contemplar un Durer y entenderlo
Repasar mentalmente
Unos poemas de Villon.
Poner un disco de Fats Waller o Lester Young
Beber la última copa a la salud de Billy Holiday
Y esperar a que la policía tire la puerta
Y me sorprenda muerto”.


Notas:
(1) MUSEO DE CERA de José M. Álvarez Edt. La Gaya Ciencia
(2) RAYUELA Julio Cortázar Edt. Sudamericana
(3) LA VUELTA AL DÍA EN OCHENTA MUNDOS de Julio Cortázar
(4) ULTIMO ROUND de Julio Cortázar