martes, 1 de julio de 2008


Yoga y religión; la frágil frontera.

“En resumen, avidyâ es la creencia en que existe una realidad diferente de Brahman; cuando se sabe de cierto que todo es Brahman, avidyâ cesa por completo. ”

Yoga Vâsishtha
Libro VI. Nirvana Khanda



Decía Mircea Eliade, que “no era difícil predecir que el Yoga ocuparía un lugar privilegiado en el mundo, dada su importancia intrínseca, que bastaría para garantizarle, por si mismo, ese lugar, aunque careciese de la inseparable ola de misterio que siempre acompañó su difusión fuera de la India “. [1]
Resulta evidente, que aquellas milenarias técnicas, reservadas a unos pocos iniciados y que vieron la luz en la India protohistórica se han expandido por todo el planeta. Millones de personas practican yoga hoy en Europa, América, China, África o Australia. El Yoga ha devenido en algo universal, patrimonio de la humanidad.
Pero, paralelamente a su expansión, puede constatarse, con relativa facilidad, la variedad de interpretaciones que se vienen dando al Yoga y la prácticamente nula regulación o normativa, respecto a su enseñanza y puesta en práctica. Con seguridad, esa “variedad de yogas”, es consecuencia de un complejo desarrollo histórico, que no es ajeno, al conglomerado de ideas religiosas llamado Hinduismo. [2]
Actualmente, bajo el epígrafe del Yoga es fácil encontrar una enorme oferta de estilos y escuelas: desde gimnastas contorsionistas, neuróticos ascéticos o esotéricos magos, hasta devotos ritualistas y tántricos obsesionados por el sexo; no faltando charlatanes interesados, sectas manipuladoras y desaprensivos de todo tipo, que sin conocimiento ni formación o experiencia, sobre las técnicas yóguicas, intervienen, carentes de escrúpulos y con un exclusivo afán económico, en los cuerpos y mentes de otras personas, menos preparadas y tremendamente confiadas.
Esta diversidad de significados y valores, que ya apuntamos para el Hinduismo, también se da, por extensión, y en ocasiones totalmente desvirtuado, en el Yoga.
¿Pero existe un Yoga puro y original ¿ ¿Tiene algo que ver el yoga que se practica en Occidente con el Yoga de sus primeros tiempos en la India ¿
¿Hay que viajar a la India y hacerse, necesariamente, discípulo de un “guru hinduista” para poder seguir las técnicas de Yoga ¿ O por el contrario sólo hallaremos la interpretación personal del grupo religioso, cuando no sectario, de dicho guru ¿
¿Está el Yoga prohibido a los ateos ¿ O por el contrario un practicante de yoga ateo, puede descubrir con su práctica, facetas y aspectos desconocidos para él, de una realidad que le trasciende y le transforma ¿
¿ Es necesario practicar Mantras, Yantras, etc. desde una perspectiva devocional hinduista ¿ O por el contrario deben respetarse las propias creencias personales y entender estas técnicas simplemente como un “ soporte ” para la Dharana (atención - concentración ) yóguica ¿.
¿ El Yoga es cualquier método de realización personal ¿ O por el contrario son unas “técnicas específicas”, claramente diferenciadas y transmitidas en unos textos clásicos precisos, que nos ayudan a crecer como seres humanos ¿.
En este panorama, fácilmente comprobable, existen organizaciones serias y con un alto grado de responsabilidad, como puede ser la Unión Europea de Yoga, que trabajan rigurosamente por mantener el mínimo exigible de calidad en la enseñanza de los futuros profesores de Yoga, a la vez que intentan una regularización y reconocimiento a nivel de los estados; que permita evitar los abusos y desastres que en nombre del Yoga se están cometiendo.
Es evidente que cada día se hacen más necesarios intentos de clarificación, y debates abiertos, multidisciplinarios y serios, que contribuyan a despejar el panorama.
En este artículo, me gustaría presentar sólo ciertas consideraciones sobre la tan traída y llevada cuestión del yoga y la religión; intentando aportar alguna idea y pretendiendo, más que respuestas definitivas o absolutas, ofrecer comentarios que planteen o sugieran nuevos interrogantes y puntos de vista.
Las relaciones entre Yoga y religión, no son sólo un tema histórico o exclusivamente de orden teórico, pues se hallan insertas, fundamentalmente en la cotidianeidad del profesor de yoga.
Pero hemos de tener en cuenta que una base de partida clara y fiel a la tradición original es imprescindible, para conocer no sólo de lo que estamos hablando, sino para pretender cualquier intento posterior de regularización, normalización o legalización en países occidentales.
Al ser la práctica yóguica eminentemente holística muchas veces se crean distorsiones y es fácil apreciar, como se confunden los “flecos” o “consecuencias”, con la propia esencia del Yoga, empobreciendo y limitando el concepto. Por ejemplo, se habla con frecuencia del Yoga casi exclusivamente como una “terapia”, como una “moral” o como una “religión”.
Las técnicas yóguicas tienen consecuencias terapéuticas, pero el yoga no es fundamentalmente, una terapia.
Las técnicas yóguicas tienen unas consecuencias éticas en relación al comportamiento (Yamas y Niyamas), pero el yoga no es una “ moral” al uso, en el sentido tradicional. Los Yamas y Niyamas - siguiendo a Patañjali - están en función de llevar una vida que conduzca al practicante a un estado que favorezca la imperturbabilidad mental y la serenidad.
Las técnicas yóguicas nos hablan de “unión” pero no de unión con un Dios personal al estilo tradicional de la religión, pues el yoga no es una religión. No es lo mismo sugerir que en el “ chittavrittinirodhah” o cesación de la agitación de la mente se da la “fusión “ o “ unión” del “Âtman” en el “Brahman”; entendiendo por Brahman “ el cosmos auto existente y su implícita dinámica y por “Âtman” la parte de esa totalidad del ser que somos; que sugerir, como hacen infinidad de traducciones interpretativas, libres y nada respetuosas con los conceptos originales que en el “ chittavrittinirodhah” se da la “unión” del “alma individual” con el Dios personal, creador, omnisciente y todopoderoso.
Brahman es todo y está en todas partes. El Chandogya Upanishad evidencia esa equivalencia de Âtman y Brahman; que considera como una fuerza impersonal y neutra. “Todo es Brahman. Cuando parta de aquí entraré en él” (Prapathaka 3, Kanda 14 ). Neutralidad que en épocas posteriores se irá viendo alterada por la personificación de ese principio, neutro supremo y global, con Shiva, Vishnu o cualquier otra divinidad, según el grupo religioso de pertenencia.
Igualmente está expresada esa idea de absoluto impersonal en el Yoga Vâsishtha cuando en su Libro VI o Nirvâna Kanda se lee: “Brahman es la energía inteligente que funciona en todos los elementos”. “Tú eres Brahman, yo soy Brahman, el Universo entero es Brahman........ Brahman es la realidad de todos los seres”. “El ser no ha nacido ni puede morir, es eterno y no muere cuando muere el cuerpo”. “Puesto que Brahman todo lo penetra no hay muerte ni seres vivos”. “No hay diferencia esencial entre Brahman y el Universo: ambos son sinónimos”. Lo que no deja de sorprender, precisamente por la impresionante afinidad que tienen estas cosmologías hindúes con teorías actuales que se están dando en varios campos de la ciencia, como la teoría cuántica que también nos revela esa “unidad básica del Universo”.[3]
Brahmavidya es el conocimiento de esa realidad unificada, y sólo puede adquirirse en la realidad, por medio de una intuición que va más allá del Buddhi intelectual, y es, por tanto, lo Real, lo Verdadero, lo que no está condicionado por el intelecto humano. Liberación del dolor por el conocimiento, sí, pero por un conocimiento no ordinario obtenido por las técnicas del Yoga.
Desgraciadamente, muchas personas y sectores religiosos han visto en el yoga – como en otros tiempos vieron en el evolucionismo o en la ciencia – una amenaza, mas o menos grande, mas o menos confesada, hacía sus convicciones religiosas, lo que ha motivado actitudes defensivas e incluso agresivas [4] , frente a esas presuntas amenazas del yoga a su fe.
Otros por su parte han hecho sus propias y particulares síntesis, como estas “perlas” de Peter Deunov, de la Fraternidad Blanca Universal y su página en Internet sobre yoga y religión.
“.- Bhakti yoga, la vía del amor y del fuego ( la religión cristiana).
.- El trabajo espiritual con el sol es el Surya Yoga o Yoga del sol.”
Evidentemente no podemos dejar de constatar que el Yoga, en su evolución histórica, también ha ido transformándose. Ese proceso, está bien recogido por los historiadores de la religión o de la filosofía y por los orientalistas. El propio Mircea Eliade decía: “Yoga es un término equívoco. Con frecuencia, tanto en la literatura como en la tradición oral de la India, ha cambiado su significado con los siglos y según las tradiciones”.
Otra de las confusiones frecuentes, es utilizar la palabra “yoga” en sustitución o como sinónimo de cualquier “sadhana” o “camino de realización personal- espiritual”.
Es frecuente ver como en el Hinduismo se dice que sólo con este o aquel “yoga”, con el sentido claro de variadas “prácticas espirituales y religiosas” o “sadhanas” y normalmente referido a la devoción a una divinidad concreta, se consigue la realización. El ejemplo más evidente es la Bhagavad Gîtâ una literatura hecha para llegar a todos los ambientes y en donde se aprecia claramente la hinduízación y el reblandecimiento popular de las prácticas yóguicas para hacerlas accesibles a través de la vía devocional. El mismo comentarista vedanta Shankarâchârya dice: “el Yoga conduce a la posesión de extraordinarios poderes pero las supremas beatitudes no pueden ser alcanzadas por medio del Yoga”. La Bhagavad Gîtâ concede al “Yoga devocional” un lugar preponderante, pero las técnicas y disciplinas que expone, apenas se parecen a las arcaicas ascesis upanishadicas que serán desarrolladas por el Gheranda Samhitâ, el Hatha Yoga Pradipika y los mismos Yogasutras codificado por Patañjali.
Lo primero que me parece deberíamos tener en cuenta es que el método yóguico no tiene pretensiones mesiánicas, ni pretensiones de sustituir a ninguna religión; está simplemente al servicio del ser humano, de su toma de conciencia y de su liberación en esta vida.
Por eso me parece básico intentar una aproximación, siempre de acuerdo al texto clásico fundamental de Patañjali y pese al riesgo que toda simplificación conlleva, en donde podamos apreciar el YOGA con mayúsculas como un estado de ser, en el que se da la “ chittavrittinirodhah” cesación de la agitación de la mente y el yoga con minúsculas, como el método o conjunto de técnicas que nos ayudan a conseguirlo.
Las técnicas de yoga están muy bien especificadas y concretadas en los textos básicos y clásicos del yoga como son los Yogasutras de Patañjali, el Hatha Yoga Pradipika y el Gheranda Samhitâ.
¿ Porqué, entonces obras como la Shiva Samhitâ, el Hatha Yoga Pradipika o el Gheranda Samhitâ, saludan en sus introducciones a la divinidad hinduista Shiva con epítetos como: “ primer señor del Yoga” o “ autor secreto de esta ciencia del Yoga” se preguntarán¿. ¿ Acaso es el recuerdo de los ascetas upanishádicos?. Hoy en día, cualquier estudioso de la literatura hindú sabe que es norma estilística habitual y obligada, en la mayoría de textos que encierran cierta sabiduría, atribuirles su origen a las deidades de la época. La misma Bhagavad Gîtâ, obra cumbre del “dharma” hinduista proviene de labios de Krishna, uno de los avatares del dios Vishnu.
También me parece conveniente matizar que cuando en obras como el Shiva Samhitâ o el Gheranda Samhitâ se prohíbe practicar yoga sin la guía de un “guru” experto y además se recomienda la no difusión indiscriminada de estas ideas, estamos ante un fenómeno típico de una sociedad indoeuropea de tradición básicamente oral y ante una época histórica de la India en que el conocimiento, como regla general, se trasmitía de forma directa por medio de la palabra, del “adepto”, “ maestro” o “ guru” al neófito. Si nos fijamos en los Yogasutras de Patañjali, estos no imponen restricción alguna, ni la ayuda de “guru” para practicarlos.
Actualmente, en Occidente, practicando con un buen profesor de yoga, con inteligencia y cuidado, el yoga es tan seguro como el conocimiento y práctica de cualquier ciencia. Porque, en definitiva, las técnicas pueden enseñarse, pero el camino a recorrer es, siempre, individual e intransferible.
El yoga promueve la fe en la vida, en el hombre y en todo lo que propicie su liberación de la esclavitud ilusoria de la mente. Sobre todo fe en una conciencia ecuánime de la realidad que nos permitirá manejar mejor los impulsos instintivos o cualquier ética, basada, como decía Freud: “en las exigencias ineludibles de la convivencia humana”.
El yoga pues, no tiene un interés moralizante; y tampoco es una religión, ya que no pretende una explicación del mundo, de su origen, o de la vida más allá de la muerte, como hacen las religiones tradicionales; aunque sus técnicas pueden, sin duda, contribuir a fomentar el crecimiento y la espiritualidad personal.
¿ Pero, cual es la diferencia básica entre religiosidad y espiritualidad ¿
La religión se fundamenta básicamente en cuatro pilares: a) La creencia en Dios o en seres sobrenaturales: “adoración y tributación a Dios” que decía Tomás de Aquino –S.Th. II.II, 9. 122 a 2 – b) La creencia en las respuestas que las iglesias o representantes de las religiones establecidas dan a los interrogantes fundamentales del ser humano. ¿De donde venimos? ¿Qué hacemos aquí ¿ ¿Hay vida tras la muerte ¿ Etc. c) La creencia en normas y mandamientos, normalmente revelados por autoridad divina, que regulan el comportamiento del individuo en la sociedad. Y d) La creencia en los rituales y liturgias propugnadas por dichas Iglesias y organizaciones religiosas. (Sacrificios, rezos, actos litúrgicos, etc.).
La religiosidad está pues, mas referida a las personas con “creencias religiosas” y al escrupuloso cumplimiento de sus preceptos.
Por su parte, la espiritualidad se aplica más a la búsqueda interior y a una especial sensibilidad. Dándose el caso, lógicamente, de personas que sean a la vez religiosas y espirituales.
Cuando un sacerdote efectúa determinado ritual o sacrificio preceptivo para comprender la esencia y los deseos de la divinidad, estamos cerca de la “religiosidad”.
Cuando una persona sencilla y sabia sugiere que cada uno busque en el silencio y la soledad, esa conexión con la totalidad, estamos hablando de espiritualidad.
Cuando hablamos de que el sentido de la vida viene impuesto por los deseos de un “ser omnipotente y omnisciente” con respecto al ser humano, estamos hablando de religiosidad.
Cuando hablamos de que las personas le asignan un fin a la vida en función de uno mismo y del semejante, pues somos vida entre vida que quiere vivir, estamos hablando de espiritualidad.
La religiosidad suele ser lo “definido” y “acotado”, lo dogmático, las prácticas ritualistas, el privilegio de una supuesta alma en detrimento del cuerpo. Puede degenerar con facilidad en superficialidad y rutina; así como en ciertas formas de obediencia ciega. [5]
Su radicalidad da origen al pensamiento fundamentalista. Un tipo de pensamiento intolerante y con pretensiones de verdad absoluta. En esa línea, los que “piensan diferente”, se convierten en un peligro y una amenaza. El pensamiento fundamentalista es inmovilista e intenta imponer el propio punto de vista o modificar el contrario por la fuerza y la violencia. Cuantas veces estamos viendo profundas muestras de desprecio y prepotencia al calificar a los que opinan diferente con frases tan ofensivas como “los no creyentes” o “ los infieles”, o incluso identificar y asociar a los “ materialistas” que creen en la energía y la materia como soporte del Universo con quienes sólo aspiran en esta vida al consumo y disfrute de los bienes materiales . Y aún más: ¿ Cuantas veces la religión ha sido un pretexto para matar ¿ ¿ Cuantas veces el extremismo religioso, sólo o en alianza con el poder político, ha acabado con seres humanos en nombre de su “dios” y de la “verdad única “ ¿
Por el contrario cuando hablamos de la búsqueda sincera, de las dudas, y de esa sensibilidad o experiencia interna y positiva que es la sugestión que ejerce en el ser humano la dimensión trascendente de la experiencia, estamos hablando de espiritualidad. La espiritualidad es tolerante, se afirma sin negar o destruir al otro, no tiene pretensiones de seguridad total, explora, investiga, asume contradicciones.
Una persona espiritual es un ser despierto y respetuoso, un agudo observador, apasionado por la sugestión y la dimensión profunda de la vida.
Claro que también la espiritualidad, en su aspecto negativo puede degenerar en bobería cursi o rancia, en solipsismo, indiferencia y falta de compromiso.
Evidentemente el yoga encaja en una forma de pensar dialéctica, fresca y viva; nada dogmática o religiosa, en el sentido menos afortunado del concepto.
El Yoga no puede estar en una línea inmovilista, pues nos hace tomar conciencia de la realidad y la realidad es siempre dinámica, cambiante. El Yoga es libertad.
Fundamentalmente nos hallamos ante un método experimental de realización personal, basado en unas técnicas prácticas muy precisas, compiladas y sistematizadas en esencia por Patañjali en sus Yogasutras entre los siglos II y III ane;[6] y aunque éste no es el creador del Yoga, pues sus orígenes se remontan al ascetismo de las épocas upanishadicas [7]y quién sabe si a determinados aspectos chamanísticos de raíz neolítica.
Y esa serie de técnicas psico fisiológicas experimentales de realización personal, son, desde su origen, totalmente respetuosas con las creencias del practicante. Es más, el controvertido concepto de “Ishvara Pranidhâna”, uno de los Niyamas de Patañjali, traducido frecuentemente como “devoción a la divinidad”, parece representar, únicamente, la proyección del practicante en el modelo ideal de referencia, que le motiva, le hace sentir bien y le impulsa a avanzar en su práctica, y esta motivación puede ser legítima y perfectamente, de índole religiosa o espiritual, o no, siempre y cuando ayude al practicante.
La palabra Pranidhâna se forma con dos prefijos: prani mas la raíz dha y el sufijo ana. El prefijo pra significa A delante, primero@ (está emparentado con el griego pro y el latino pro lat. Pro-yectus ; español proyecto, lanzamiento ya que -jectus es hacia delante ). El otro prefijo Ani@ (bajo, debajo ) también pertenece al fondo común indoeuropeo y aparece en el viejo germánico ni-dar: inglés ne-ther (low); como en Ne-ther-land ( País Bajo ). Por su parte la raíz dha significa A colocar, poner”. Pranidhana representa pues, una proyección un ponerse bajo lo que nos hace avanzar, una penetración de la mente en algo que nos mueve a seguir con ilusión: o sea, la motivación producida por un modelo o arquetipo.
Por su parte Ishvara, que tradicionalmente se interpreta por “señor “o por “divinidad”, también significa “aquello que nos proporciona felicidad o nos hace sentir bien”. En ningún caso, el “Dios personal” de las religiones tradicionales.
Así entiende esto último Mircea Eliade, el gran especialista en Historia de las Religiones, cuando dice: A Tal como aparece en Patañjali y en su primer comentarista, Vyasa, Isvara está desprovisto de la grandeza del Dios creador y Todopoderoso, así como del “pathos” característico del Dios dinámico y grave de las diversas místicas”.
Fernando Tola y Carmen Dragonetti; dos de los mejores especialistas en el tema, en sus comentarios a los Yogasutras de Patañjali dicen: “La transformación de un Sâmkhya ateo en un Sâmkhya teísta mediante la exaltación de uno de los purushas - el Ishvara - a una posición de supremacía, correspondería a la transformación, que encontramos en las Upanishads; de un Absoluto impersonal y no calificado (Brahman) a un Absoluto personal y calificado (Ishvara).
Tal vez en estos dos procesos paralelos debemos ver la influencia del sentimiento religioso de las grandes masas de la India...........O bien, los sutras dedicados al Ishvara no existían en la redacción o recopilación original de los Yogasutras debida a Patañjali, sino que constituyen una interpolación por obra de algún autor de tendencia teísta a quien no le satisfacía un Yoga puramente Sâmkhya y, por consiguiente, ateo”
Por su parte Mircea Eliade insiste en que: “Isvara no es otra cosa, en definitiva, que el “arquetipo” del yogui, un “macro yogui” y con gran probabilidad el patrono de ciertas sectas yóguicas” [8].
En el Yoga no existe una referencia al “Dios creador”[9] como ocurre en la mayoría de religiones constituidas: Cristianismo, Islamismo, etc. Y esta única referencia a Ishvara, interpretada tradicionalmente en un aspecto “teístico”, ha sido objeto de una fuerte contestación, por parte de numerosos investigadores y especialistas, que la consideran una burda interpolación posterior.
Otra cosa es que las religiones establecidas, básicamente el Hinduismo en Oriente y el Cristianismo en Occidente, hayan potenciado el aspecto devocional como una línea de yoga, muy bien expresada en la Bhagavad Gîtâ; que entre otras cosas, está muy alejada del Yoga de Patañjali, habiéndose asociado en Occidente muchas veces el Yoga con las religiones orientales, y especialmente con el hinduismo debido, a la propagación de sus técnicas de manos de monjes hinduistas o filósofos védicos. Confusión fácil al mezclarse conceptos del Yoga y del Vedanta.
La influencia reciente sobre Occidente del neo Hinduismo ha sido muy fuerte: desde la sociedad teosófica y su principal figura Annie Bessant en 1879 en Madrás o la conferencia de Vivekananda en el Congreso Mundial de las Religiones de Chicago en 1893 el goteo ha sido incesante; tanto de pensadores y escritores europeos como Romain Rolland, Albert Schweitzer, René Guenon, o Ananda Coomaraswamy hasta los “ religiosos”, “intelectuales”, “Swamis” o “ gurus” que desde la India y con el telón de fondo del Yoga: Dayananda, Ramakrishna, Aurobindo, Radakrishnan, Gandhi, Ramana Maharshi, etc. o fuera de la India: Yogananda, Prabhupada, Rajneesh, Sivananda, Muktananda, Sai Baba, Krishnamacharya, etc. han hecho concesiones y han adaptado y flexibilizado el “ dharma” hinduista para que no sólo el que nace hindú pueda ser hinduista sino que en sus Ashrams pueden verse multitud de occidentales, musulmanes, cristianos, etc. participando en rituales religiosos, pujas, etc. Y esta influencia es mucho más extensa que lo puramente anecdótico, pues una fuerte influencia de perspectiva oriental puede detectarse en Occidente, en el pensamiento filosófico, científico, político y religioso.
Pero el Yoga ya en el siglo VII ane revela ser, frente al Brahmanismo dominante, una reacción contra el “formalismo” y la “letra muerta” de sus rituales. Quinientos o seiscientos años ane ya en las Upanishads se van perfilando pues, los aspectos, que desembocarán más adelante, en el yoga sistemático de Patañjali: “ retiro a la soledad “, “practica del silencio” “austeridades”, “asanas de inmovilidad”, regulación de la respiración, etc.
El tema recurrente, en muchas publicaciones poco rigurosas, de entender la etimología de la palabra Yoga (raíz sánscrita “yuj”= uncir, ligar) como “ligazón o unión con la divinidad”, es otra pura y llana interpretación. Si nos ceñimos a Patañjali, vemos que el concepto de “unión” de los Yogasutras no evidencia esta premisa.
Sabemos etimológicamente que la palabra yoga deriva de la raíz sánscrita “yuj” que significa “ligar”, “mantener oprimido”, “uncir”, “poner en un yugo una cosa junto a otra”. Se está hablando pues de “sujetar” o “ligar”, que no es sino “trabar una cosa a otra de modo que actúen unidas” y, además, en un contexto, magníficamente expresado por Patañjali de técnicas de meditación. Un entrenamiento sistemático de la mente para que el yogui “se una” no a otra cosa, sino que “obtenga en si un estado unificado “(participio pasado “yukta”, “unificado”, “en estado de unión”).
En el mismo sentido se expresa la palabra “Samadi ”, que etimológicamente significa “ colocar juntos ”, “ juntar ”.
El Taittirîya Upanishad también se refiere claramente, sin lugar a dudas, al “control de los sentidos y de la mente”.
No debería descartarse que esa “ unión” esté referida a obtener mediante las técnicas de yoga, una mayor interrelación o unificación de los dos hemisferios cerebrales, que pudiera proporcionar, en un momento concreto, la “experiencia directa de la realidad”, experiencia directa de la unidad del ser total (Brahman) que sólo es vivido como diferenciado, individualizado o separado, debido a Mâyâ, la ilusión, y a Avidyâ, la ignorancia de nuestra mente en su funcionamiento ordinario; se trataría pues, de una experiencia más allá del lenguaje y los procesos cognitivo-intelectuales habituales; más allá de pasado y futuro; en la espontaneidad propia de un presente continuo, consciente y feliz. Como decía Mircea Eliade. “el estado de jîvanamukta, consiste en vivir en un presente eterno fuera del tiempo, pues el liberado en vida no goza de la misma conciencia personal alimentada por su propia historia, sino de una conciencia testigo, lucidez y espontaneidad puras”. De alguna manera se trataría, con las técnicas yóguicas señaladas por Patañjali, de “suprimir la habitual bipartición de la realidad en objeto-sujeto, que efectúa nuestra mente en su funcionamiento ordinario, mediante la cesación de la propia agitación mental.
Mi opinión es que el profesor de Yoga, en sus clases, debería guardar una serena neutralidad en temas específicos de “religión”, “fe” o “creencias”; ya que son cuestiones de ámbito estrictamente personal; a menos que expresa y abiertamente se decante hacia una línea religiosa concreta, de la que sus alumnos deberían estar informados previamente por una lógica cuestión de respeto.
Cuanto más neutral y respetuoso con las creencias de sus alumnos sea el profesor de yoga, mejor profesor de yoga será; aunque también desconfiaría de aquel que creyera o actuase como si realmente pudiera ser perfectamente neutral. Paradójicamente, cuanto mas consciente sea el profesor de yoga, de lo difícil que es mantenerse neutral, mas podrá serlo; porque así estará alerta para revisar permanentemente su actitud o postura.
El profesor de Yoga debería tener claro que es alguien recorriendo también su propio camino de crecimiento personal, que ha dedicado gran parte de su tiempo a estudiar, formarse, conocer y practicar esas milenarias técnicas que ayudan a crecer al ser humano. Me parece fundamental tener en cuenta lo anterior para que no sean los propios profesores de yoga quienes acaben, finalmente, destruyendo el Yoga, con su desconocimiento o con inventos, adaptaciones, interpretaciones y erróneas aplicaciones que socaven su credibilidad. [10]
Por mi parte sugeriría a los practicantes que eviten cualquier tipo de adoctrinamiento ideológico, esotérico o religioso que sea coercitivo e impida el libre y responsable desarrollo de la persona, así como cualquier limitación a la comparación, documentación, libre elección o expresión de la persona. O que represente en algún sentido violentar un cambio de creencias.
Evitaría pseudo “maestros” o “gurus” con pretensiones de “exclusividad” en “su verdad”, fuera de la cual sólo existe el “error”.
Solicitaría de los profesores cuantas aclaraciones y explicaciones fueran necesarias para entender y comprender cualquiera de los aspectos relacionados con las técnicas y el método yóguico; evitando dar por válidas respuestas amparadas en el “ secretismo”u “ oscurantismo”, así como cualquier tipo de “dependencia” individual de otra persona que supuestamente dispone en exclusiva del “poder”, las “ energías”, “ el conocimiento”, etc.
Elegiría profesores de yoga, honestos, responsables y bien preparados, que orienten sin imponer, que compartan y practiquen los métodos y técnicas que enseñan. Profesores capaces de compaginar Yoga y Ciencia, que paradójicamente no están tan alejados como pudiera pensarse; aunque este tema, por si sólo, ya nos llevaría a otro artículo.
El camino del yoga es infinito, desde la simple mejora en la calidad de vida a través del bienestar físico, emocional y mental, hasta profundos estados de conciencia que pueden llegar a afectar y cambiar aspectos importantes de nuestra existencia.
Pero en definitiva, a nadie, salvo al practicante, corresponde decidir hasta donde quiere llegar. Porque, lo que está claro, es que para entender o vivir “lo Último”, se necesita una experiencia personal, íntima, inexpresable.
Como decía Guinevere Millar: “una inspiración suave, no acompañada de pensamiento alguno, puede aportar el éxtasis de una conciencia total, que trasciende las palabras”.
Debería quedarnos claro pues que no parece necesario adherirse a ninguna “religión” “creencia” o “doctrina” concreta, para practicar un yoga puro y clásico.
¿ Quiere eso decir que el Yoga no es válido para las personas religiosas ¿. En absoluto. Precisamente todo lo contrario, ya que el Yoga puede ayudar muchísimo a transformar, desde el respeto y la tolerancia, determinadas creencias religiosas, adquiridas y escasamente vivenciadas; así como determinadas actitudes religiosas, rutinarias, monótonas o ritualistas de un claro contenido social y figurativo, en una profunda e inusual vivencia interior, que aporte una dimensión nueva, a la propia creencia religiosa del practicante. Un camino de autenticidad vitalista cuyo protagonismo, estaría muy alejado, de algunos clásicos, estereotipos religiosos al uso.
Como decía en 1966 el teólogo católico K. Rhaner [11] “el hombre religioso del mañana será un “místico” una persona que ha “experimentado algo” o no podrá seguir siendo religioso”.
[1] M. Eliade
Técnicas del Yoga
Ed. Kairós
Barcelona, 2000
[2] “Considerado como doctrina, el hinduismo es vago, variado, la suma de todo. Es imposible asegurar de manera exacta si es o no es una religión en el sentido propio de la palabra”. Pandit Nehnu. Historia de las Religiones. Ed. Óptima, Barcelona 2000.
“La religión que los occidentales distinguen con el nombre de hinduismo es en realidad el resultado complejo de una amalgama de diversos cultos y creencias dentro de un marco social común” S.G.F. Brandon (Dir.) Diccionario de religiones comparadas. Ed. Cristiandad, Madrid 1975.
“El Hinduismo no constituye una religión sencilla, estructurada monolíticamente, como su nombre podría hacer creer. Por el contrario, es tan complejo, que es mejor considerarlo como un “mosaico de religiones”, o también una “liga de religiones”. Por un lado, alberga las más primitivas y elementales manifestaciones religiosas, y por otro, alimenta las más abstractas especulaciones filosófico-teológicas y la espiritualidad y mística más elevada. Complejidad esta del Hinduismo que tiene su explicación en el, a su vez, complejo carácter de los propios pueblos que lo integran”.............” Y es en esta flexibilidad y capacidad de asimilación de los más variados elementos donde puede descubrirse el secreto de su incremento, de su longevidad y de su vitalidad. Pero ello, a su vez, imposibilita su definición y sólo cabe definir algunos elementos comunes, que muestran cierta unidad y coherencia”. D. Acharuparambil. Naturaleza del Hinduismo. En Espiritualidad Hinduista. Ed. B.A.C., Madrid, 1982.
[3] “A nivel subatómico no existen propiedades de las cosas, sino sólo propiedades de interacciones”. David Toolan: “ Psychology´s Theological Quantum Jump”. Rev. Commonweal. Octubre 1980.
[4] “Según la enseñanza tradicional hindú, los centros de fuerza, o chacras, están unidos a espíritus situados en el exterior del cuerpo, en una región denominada región astral. Es precisamente en esta región donde viven los espíritus caídos y su jefe. Satan.” Le Yoga face a la Bible. Cap. II. La Maison de la Bible, Géneve, 1980.
[5] “La espiritualidad conlleva una relación especial entre el individuo y el cosmos que, en esencia, es personal e íntima. Por comparación, la religión es una actividad de grupo institucionalizada que se desarrolla en un lugar concreto – un templo o una iglesia – e implica un sistema de funcionarios designados que pueden haber tenido o no experiencias personales de realidades espirituales. Una vez que la religión se organiza, con frecuencia pierde por completo la conexión con su fuente espiritual y se convierte en una institución secular que explota las necesidades humanas espirituales sin satisfacerlas. Por el contrario, las religiones organizadas tienden a crear un sistema jerárquico centrado en la consecución de poder y control, en la política, el dinero, las posesiones y demás intereses profanos. Ante estas circunstancias, la jerarquía religiosa tiende a desalentar y suprimir activamente las experiencias espirituales de sus miembros ya que estas potencian la independencia y no pueden ser controladas eficazmente. Cuando esto ocurre, la verdadera vida espiritual se desarrolla únicamente en las ramas místicas, las órdenes monásticas y las sectas extáticas de las religiones implicadas.”
Stanislav Grof
La psicología del futuro
Ed. La liebre de Marzo
Barcelona, 2002
[6] Antes de esa fecha no se conocen referencias al Yoga como un conjunto sistematizado o Darshana (visión).
[7] No obstante, la palabra Yoga, referida a disciplinas del cuerpo y la mente aparece ya de forma esporádica en el Katha Upanishad y en el Svetâshvara Upanishad sobre el siglo VI ane; indicándonos que el conocimiento del yoga, de una u otra forma, prevalecía en el territorio hindú desde el siglo VII ane. y normalmente referido a los ascetas y renunciantes que se habían retirado a la soledad de los bosques.

[8] Mircea Eliade
Historia de las creencias y de las ideas religiosas.
Ed. Cristiandad.
Madrid, 1978 ( pág. 75 )
[9] No podía ser de otra manera dado su soporte filosófico que es el Sâmkhya. Se puede profundizar en el tema en J. W. Hauer. ” Die Anfänge der Yogapraxis im alten Indien.” Stugartt, 1922. Y en S. Garbe. “Sâmkhya und Yoga.”. Grundriss der Indo-Arischen Philologie. Estrasburgo 1896
[10] Yogasutras de Patañjali, Hatha Yoga Pradipika y Gheranda Samhitâ me parecen la base de referencia inexcusable por parte de cualquier profesor de yoga que no debiera perderse de vista en la determinación de la práctica yóguica, que por supuesto, puede ser complementada con infinidad de técnicas actuales muy válidas y positivas.
[11] K. Rhaner
Elemente der Spiritualität in der Kirche der Zukunft”.