martes, 1 de julio de 2008

Seres fantásticos y tradiciones mágicas perdidas de las Baleares.

(Texto de la Conferencia del Jueves 10 de abril de 2008, en el Teatro Xesc Forteza de Palma de Mallorca, con motivo de "Mallorca Fantástica". Ier. Festival Nacional de Fantasía y Ciencia Ficción de Baleares)

Buenas noches a todos; en primer lugar quería expresar mi agradecimiento al Comité Organizador de Mallorca Fantástica por su invitación y a todos Vds. por su asistencia a esta charla sobre fantasía y tradiciones mágicas en las Baleares, fantasía cada día mas ausente, en esta sociedad de la prisa, el consumo y la superficialidad, fantasía, que sin embargo, constituye una parte esencial del ser humano.
Quisiera comenzar comentando algo que me parece fundamental por su trascendencia y consecuencias: es la pérdida acelerada, a la que estamos asistiendo, de nuestras tradiciones y folklore; un hecho incuestionable, y en donde vemos como una serie de creencias, tradiciones y fiestas que se fueron trasmitiendo, incluso oralmente, con rigurosa fidelidad, a lo largo de siglos, no pasaran, la mayoría de ellas, de la próxima generación.
El avance imparable de las nuevas tecnologías, especialmente en las áreas del transporte, las comunicaciones y el ocio esta modificando de manera importante unos esquemas y unos usos tradicionales de comportamiento, que han venido siendo mantenidos, prácticamente invariables, como decía antes, a lo largo de siglos.
La evidente colonización y uniformización de conductas y creencias que ello comporta, hace que hayamos pasado de ser participantes activos y directos, de unas tradiciones y un folklore milenario, a espectadores pasivos de unas culturas completamente ajenas a nuestras costumbres e idiosincrasia; que nos llegan mayoritariamente de más allá del océano a través del cine y la televisión.
Pese a ello, todavía es posible rastrear ciertos vestigios, retazos olvidados, de lo que debieron ser aquellas importantes tradiciones que se cumplían con una precisión matemática de acuerdo a determinadas fechas de calendario, tan típicas de las sociedades agrícolas.
También ayudó a su mantenimiento, que duda cabe, el aislamiento característico de las islas, que hasta finales del siglo XIX, en que las Baleares se dieron a conocer de la mano de ilustres viajeros como Frederick Chopin, George Sand o el Archiduque Luís Salvador de Austria, permanecieron muy alejadas del mundo, con una estructura más propia de la Edad Media que de una sociedad en la que la Ilustración y la ciencia habían comenzado ya a disipar las tinieblas de la superstición.
Rastrear el remoto origen de algunas de estas fantásticas tradiciones, es tarea que no nos compete en una pequeña charla como esta; aunque si podemos avanzar que, muchas de ellas, traídas probablemente a las islas por los conquistadores que acompañaron al rey Jaime I, tenían su origen en un antiquísimo sustrato céltico, expandido y mantenido en toda Europa durante miles d años y cuyos restos tuvo que combatir la Iglesia Católica bajo el nombre de “paganismo” o antiguas creencias de aquellos que vivían en los “pagos”; que eran los lugares aislados de las urbes; creencias relacionadas con una religión ancestral de tipo naturalista que tenía su manifestación mas palpable en piedras, árboles, fuentes, montes y animales singulares.
Veamos a continuación algunas de estas curiosas tradiciones y seres fantásticos, ya prácticamente olvidados.
Entre los animales, podemos destacar una serie de caballos fabulosos o mágicos, de sorprendentes poderes; como el del rey Jaime I del que Costa i Llobera escribió un precioso poema en donde reflejaba las marcas en la roca producidas por tan fantástico ser:[1]

"Des del penyal de les Bruixesfins a l'esquerp Puig Major,des del mur de Santueri fins al castell d'Alaró,mostra el pagès de Mallorca les petjades que amb sos bots marcà damunt roca viva un cavall meravellós.Cavall bo pel Rei en Jaume, digne era de tal senyor,flor de la cavalleria,d'un cap a l'altre de món. Així, torres escalava o cingles tallats a plom, i d'un salt a la planura se llançava pels turons. A perseguir la morisma corria com un fibló: si de sobte s'aturava,obria en terra ample solc. Son renill la mitja lluna feia mudar de color,mentre turbants i banderes abatia dins la pols.Monstre d'ales invisibles, semblava volar i tot: per son coratge semblava esser germà de lleons.Així el poble s'imagina aquell cavall fabulós,mostrant de sos peus la marca com un segell de triomf.I és que sobre el cor del poble marcà petja de més fons amb so gegant heroisme En Jaume el Conqueridor".
Y aunque todavía se hable de las pisadas de este caballo fantástico en Inca, Santa Maria y el Puig Major; o de las rayas en las rocas que dejó en el “Puig de Ses Bruixes” de LLucmajor, tras una encarnizada batalla; pocos se acuerdan de que en el pueblo de Esporles y en la finca de “Ses Casesnoves” se encuentran “Ses potadetes”, también atribuidas al caballo del rey Jaime; dos agujeros del tamaño de un plato pequeño, colocados a la misma altura, en una piedra calcárea plana junto a una gran encina. En este lugar, el tercer día de pascua, el día de el “Pa amb caritat” o comida campestre, de origen pagano, era tradición que fueran bendecidas por el pueblo las sabrosas “panades”, acudiendo especialmente a este antiguo ritual, las bordadoras.
¿Por qué las bordadoras? Es una incógnita más de nuestra historia, lo único que podemos apuntar es que el Mercurio romano, el céltico dios Lug, llevaba, entre otros, el nombre de “colualis”, inventor de la rueca y divinidad de la buena vista, estando, además, su culto muy relacionado con las piedras.
Otra piedra significativa, muy presente en nuestras antiguas tradiciones festivas y comunales era: “Sa pedra des perdons” de Sant Salvador de Felanitx; de la que dice la glosa popular:
“Anant a Sant Salvador
Hi trobareu una roca;
Qui la fer i qui la toca
Guanya cent anys de perdó”
Recordando no obstante que los “perdones” eran romerías festivas al estilo de los “pancaritats”.
Los peregrinos a LLuc, conocen muy bien otra piedra maravillosa: redonda y agujereada en uno de sus lados: “Es códol den Ceba, la tradición mágica refiere que si una chica lanza cinco piedras al agujero de esa roca y una se queda en el retenida, en el plazo de un año tendrá novio y se habrá casado. Mucho más curioso si tenemos en cuenta que la palabra “ceiba” en la Edad Media significaba emparejamiento y que los ancestrales casamientos célticos, a prueba de un año, se realizaban dándose la mano, los consortes, a través de una roca agujereada; en una ceremonia en donde no eran extrañas las cintas multicolores, como las que regalan a sus amadas los jóvenes que suben a LLuc.
Otra roca, con propiedades mágico terapéuticas es el “didalet des Cocó”de LLoseta, donde la gente acude a curar las dolencias de sus uñeros, sabañones y padrastros. Un agradable remanso del torrente de Almadrá, antiguamente anegado y en donde se encontró, según la tradición, la famosa virgen negra y en donde se acudía también al tradicional “pancaritat”.
Una curiosa tradición mágica asociada también a una roca la encontramos en Petra en “El peu del Bon Jesus” hito obligado como lugar de cita y punto de partida hacía el Puig de Bonany durante el “pancaritat” del primer martes después de Pascua.
No era extraño ver como las madres colocaban en dicha huella rocosa, los pies de sus pequeños infantes, que de esta manera aprenderían a andar antes, tendrían más seguridad en sus pasos y verían protegidos los pies durante toda su vida.
“Sa pedra del dimoni” en el Puig de Sant Miquel de Montuïri, era otro hito obligado de paso en el “pancaritat” denominado popularmente “Día des Puig”, en donde se elige todavía un alcalde popular, alternativo, al elegido democráticamente.
Otro caballo fabuloso es el de San Jorge que en un camino de Valldemossa, llamado antiguamente “Camí de sa potada de Sant Jordi”, dejó la marca de su herradura tras una milagrosa aparición que desbarató a las tropas moras y les hizo perder la batalla, cuando estas atacaron el pueblo en 1552. San Jorge, patrón de la caballería aragonesa tiene está tradición, de apariciones victoriosas, enraizada no sólo en la antigua Corona de Aragón sino en tierras tan lejanas como Jerusalén o Antioquía.
También dejó su “potada” el caballo de San Jorge en Menorca, en una roca del legendario y enigmático castillo de Santa Agueda.
De características y funcionalidad diferentes es el caballo verde que colocó un hechicero árabe, en las entrañas del Puig de Sa Font y Sa Fonteta de Son Servera, y que gira día y noche atado a una noria de sangre.
Según la tradición, cuando este caballo paré en su eterno recorrido el pueblo se quedará sin agua. Lo cierto es que antiguamente este era uno de los abastecimientos principales de Son Servera. Y todavía en las fiestas, es tradición subir al Puig de Sa Font.
Otros animales fantásticos en el imaginario mallorquín son las “cuca feras” especie de dragones serpentinos o tarascas, casi siempre asociados en las rondallas, a determinados lugares muy especiales; como “Sa roca des castellet” de Manacor.
Se trata de una roca, geológicamente muy significativa, visible desde Manacor, situada entre la Cabana d´en Vadell y Can Bielet.
Se cuenta que es el producto de un “macolí” que se sacó del zapato un gran gigante que pasaba por allí. Debajo de esta roca hay un “encantament”. Y es que, el viernes santo, cuando la procesión esta en marcha, hay que ir sólo, con tres rebanadas de pan bendecido, y tumbarse bajo la roca colocando, una rebanada en los pies, otra en el pecho y la última en la boca. Y no se tiene que asustar vea, lo que vea. Entonces surgirá una enorme serpiente que le irá tomando las rebanadas de pan y si la persona no se asusta, la serpiente reventará con la última rebanada, en un gran tesoro. Si el aspirante se asusta la serpiente se esconderá hasta el próximo Viernes Santo. A este lugar, en el que todavía existen restos talayóticos, así como la inacabada y poco frecuentada, capilla circular del “Cor de Jesús”; acudían desde la Edad Media las famosas “berenas” o “pancaritats”, comidas campestres, como hemos dicho antes, de origen pagano.
Hay autores que sostienen que incluso el nombre de Manacor proviene del nombre prerromano de esta significativa roca. “Man” = espíritu y “Cor” = roca. En cualquier caso un lugar mágico lleno de enigmáticas leyendas y tradiciones.
Otras veces en lugar de serpientes son fabulosos “galls de foc” como el que surgía la víspera de la noche de San Juan en los alrededores de Puigpunyent, en el mágico Puig de Na Fátima, anunciando el tesoro escondido en esta montaña hueca.
También sabemos del poder mágico de algunos animales naturales, sobre los que se tejieron fantásticas creencias. Así la “papellona de la mort” (Acherontia altopos) a la que tradicionalmente se la asociaba con el espíritu de algún difunto que vagaba durante la noche, era tenida por un animal de malos presagios entre la ruralía mallorquina. El hecho de tener hábitos nocturnos y el llevar dibujada una calavera humana en su tórax, debieron influir en la elaboración de esta superstición tan arraigada.
Otro artrópodo de extraños poderes según las creencias populares es el “Cavall de serp” (Mantis religiosa) que puesta sobre la mano del caminante extraviado, comenzará a girar y cuando se detenga, en actitud de orar, si se sigue la dirección de su cabeza, se hallará el camino perdido.
Pero no solamente los animales eran objeto de mágicas creencias también determinadas plantas como la ruda, una planta prohibida, llamada popularmente “herba bruixa”, que se solía sembrar a la izquierda de las casas para salvaguardarlas de cualquier influencia maligna; y se solía emplear en muchísimos rituales de hechicería.
Otra planta de características mágicas eran las “falgueras” o helechos que si se podía capturar su semilla, en la madrugada del día de San Juan, cada semilla se convertiría en un “dimoni boiet” o duendecillo al servicio de su amo. En Son Servera, los hombres solteros iban con pañuelos esa madrugada al Puig de Sa Font para recoger su semilla o sus flores; Tarea imposible esta, ya que hoy sabemos, científicamente, que debido a su complejo sistema reproductor no emplean ni semillas ni flores.
En la mayoría de países europeos son tenidas como hierbas de virtudes poderosas, utilizadas en farmacopea, alquimia y brujería.
En Mallorca concretamente eran famosos por sus propiedades curativas los helechos de LLuc.
Hierbas, mucho mas misteriosas y desconocidas, poseían poderes prodigiosos, como la que crecía en la montaña de “Son Na Moixa” en el valle de Son Maçiá y era conocida como hierba de la inmortalidad por sus virtudes mágicas.
También la ortiga era protagonista de curiosas y no hace tantos años, olvidadas tradiciones: En el pueblo de Alaró, en época de carnaval, existía la costumbre de que las mujeres esperasen a los hombres a la salida del trabajo y los corrieran por las calles con manojos de ortigas, con tal de provocar la bulla general, una inversión de roles y del orden social establecido, tan típico de estas fechas de patronazgo femenino, y cuyos orígenes pueden rastrearse hasta las matronalias romanas. La ortiga ha sido tradicionalmente relacionada con la lujuria y antiguamente se practicaba la flagelación con ortigas para combatir la impotencia.
Siguiendo en la línea femenina hallamos en nuestra cultura popular una serie de seres imaginarios y tradiciones perdidas no menos curiosas, como la que existía en los santuarios de Ntra. Señora de Gracia en LLucmajor y parece ser que también en el de la Virgen de Consolación en Santanyí, tal y como documenta el estudioso y erudito mallorquín Rvdo. P. Gabriel Llompart con respecto a Santa Anna de “les agulles” del santuario de Gracia.
Parece ser que las muchachas casaderas de LLucmajor tenían la supersticiosa idea de acribillar con agujas o alfileres la talla de Santa Anna, presionándola, con este procedimiento, para que las proveyera de pareja antes de un año. Esta costumbre pagana, presente también en tierras de Cataluña, Toledo, Vizcaya, Portugal y Francia proviene, sin duda, de la tradición céltica de ofrecer alfileres a los espíritus de las fuentes.
Seres imaginarios, donde los haya, son las “dones d´aigua” que en la península se llaman, según la zona, “lamias”, “Xanas” o “Anjanas”; mujeres bellísimas de larga cabellera rubia que peinan con un peine de oro; suelen esconder alguna deformidad, como restos de un pie de oca; apareciendo, habitualmente, en fuentes, lagunas, corrientes de agua y pozos. Poseen poderes especiales y hechizan a los hombres, pudiendo ser benéficas como letales; en función de que no se rompan los pactos con ellas establecidos. Las “donas d´aigua” pertenecen a la tradición popular y pagana basada también en un antiquísimo sustrato céltico, muy extendido por toda Europa.
Conocida y popular es la rondalla de “L´amo en Biel Perxanca” propietario de “El Vilar” de Pollença y su pozo encantado de Can garrit en la Calle Montisión de esta villa; en donde todavía se pueden oír los lamentos de aquella “dona d´aigua” y sus dos hijos anegados, tras romper el marido su promesa de no llamarla jamás “dona d´aigua”
En Mallorca tenemos la Font de Na jana en Puigpunyent y en Sant Llorenç des Cardessar, aunque sus leyendas son mas frecuentes en la sierra norte de la isla. Asimismo el poeta Costa y Llobera sitúa cerca de la “Font des rosillers” en Artá la “Cova de las dones d´aigua”.
En Menorca y en el grandioso barranco de Algendar, paraje extraño, mágico y lleno de sorprendentes historias y ecos fantásticos, está la Cova Murada, según la leyenda habitada por una “dama” que no es sino una “dona d´aigua”. Cuenta dicha leyenda que un joven cabrero solía llegar a este lugar con su rebaño, sentándose a la fresca horas y horas junto a una roca que existe mas debajo de la cueva. Un día vio con sorpresa a una princesa que llevaba en su mano un peine de oro. Como la dama no le dirigió la palabra, el cabrero prefirió ignorarla; y así durante algunas ocasiones se vieron sin mediar palabra alguna entre ellos; finalmente la misteriosa “dama” no pudo reprimirse y preguntó al cabrero: ¿Que prefieres, la dama o el peine de oro? El joven se apresuró a contestar: “el peine de oro”. Furiosa la dama le arrojó el peine y desapareció, pero antes le sentenció una maldición: “serás pobre toda tu vida”.
Una versión terrorífica y de tipo práctico sin duda, para asustar a las criaturas menudas era la figura de “Na María enganxa”, especie de terrorífica bruja que con su mano peluda enganchaba a los pequeños que se acercaban peligrosamente a los pozos; siendo quizás el más famoso el “Pou de Na María enganxa” de Inca.
Mas populares y divertidos son los “dimonis boiets” diminutos seres fantásticos, mas rápidos que el relámpago y mas vivos que el fuego; conocidos popular e internacionalmente como “gnomos” y de los que existen en nuestras islas una extraordinaria variedad de especímenes, cada uno con su funcionalidad específica.
Estos “dimonis boiets” o “boets”, que en Menorca se llaman “dimonions boiets” poseen el aspecto de fantásticos diablillos familiares, de pequeña estructura, casi inaprensibles, parecen negras virutas de humo con cuernecillos y cola, poseyendo una extraordinaria y continuada movilidad. Suelen vivir en plena naturaleza o dentro de las casas. Si se consigue coger a uno o varios, pueden ser encerrados y transportados en una pequeña bolsa, caña o alfiletero, para ser usado en provecho de su poseedor.
Cuando alguien los libera gritan inmediatamente: ¿Qué farem? ¿Qué farem?,o ¡¡ feina, feina¡¡¡ solicitando trabajo y si a la tercera vez que preguntan no se les ha contestado se arrojan sobre su dueño y lo destrozan. Cuando están libres trabajan nerviosos en bancales, pozos y paredes. Cualquier trabajo con tal de no estar parados. Excepción hecha de los menorquines, cuya característica más esencial es la de no dejar ningún trabajo acabado.
Las “madonas” de las posesiones que tenían que bregar con ellos, se desesperaban, ya que solían cambiar las cosas de lugar, derramar líquidos, tirar objetos, esconder cubiertos y tijeras, molestar al ganado, etc.
Para librarse de ellos, las madonas solían encargarles trabajos imposibles, como lavar lana negra de una oveja hasta que quedará blanca, pintar una ventosidad, contar las estrellas del firmamento, apagar el sol soplando con fuerza, etc. Cuando la misión resultaba imposible se ponían a gritar como locos, abandonando el lugar humillados. En Mallorca son famosos los “follets” de Planisi” y los “boiets de Mainou” y de “Son Martí”.
Una variedad son los “negrets”: Se trata de un ser poco extendido en Mallorca; suelen esconderse en los olivares, llevan un “capell de frare” de color negro, son de piel morena y barba larga, viven en cuevas y suelen guardar un tesoro. Tienen la costumbre de salir el sábado de Pascua, como relata la leyenda de “Es negret de Sa coma” en Sóller.
Otra variedad son los “Homonets de colzada”: Llamados así por su pequeña estatura ya que “fan d´ alçada la distància que hi ha entre el colze y el canell”, tienen la barba y los cabellos largos y blancos, llevan ricos vestidos de seda de colores muy chillones, con la cabeza sin gorro. Habitan bajo tierra, en cuevas y suben por los pozos hacía arriba. Igual que los boiets efectúan trabajos imposibles, en un tiempo record. También existen “donetas de colzada” con idénticas funciones.
En Ibiza y Formentera: se les conoce con el nombre de “fameliars”:
Parecidos a los boiets mallorquines estos pequeños espíritus “fameliars” tienen por misión enriquecer a sus propietarios. Según algunos autores su relación puede establecerse con los dioses lares romanos que protegían las casas. Son más bien bondadosos.
Pueden construir una casa, ellos solos, en una noche.
El “fameliar” es un hombrecillo horroroso de gran fuerza, boca espantosa, brazos largos y delgados, muy pequeño pero que se infla al hacerlo salir de la botella que lo contiene.
Se cogen, en determinadas fechas de calendario, en una botella negra con agua bendecida y se dispone de él para realizar las tareas más penosas del hogar y todo lo que se le mande. Para que regresen a la botella hay que recitar una fórmula mágica. Dentro de la botella son invisibles cientos de años. Cuando se liberan siempre solicitan trabajo o comida. Su apetito es insaciable.
La gente de Santa Eulalia del Río, en Ibiza, sabe muy bien como atraparlos.
Son muy conocidas en Ibiza las leyendas protagonizadas por estos seres en el “Pou des LLeó” y el “Pont del Dimoni”
Los “Barruguets”, otra modalidad ibicenca, son considerados espíritus negativos; como los antiguos “lémures” romanos, o espíritus de los difuntos, que asustaban a la gente. Dentro de la mitología ibicencas es el mas representativo y popular. Su nombre parece relacionado con “verruga”, aunque otros autores lo hacen provenir de “barrufada”= viento impetuoso.
Suelen vivir en cisternas, bajo las tejas y en las grietas de las paredes; en las murallas del “Portal Nou de Ibiza“y en la necrópolis púnica des “Puig d´en Molins”.
De movilidad extraordinaria, molestaban más a las mujeres y a los niños pequeños. A veces entorpecían el sacar agua de los pozos, o eran auténticos espíritus de contradicción.
Son muy conocidas las leyendas: de “Es barruguet de Sant LLorenç”
“Es des Cocons” y la de “Es Barruguet y les dentetes”.
El antropólogo catalán Josep Mª Fericgla en su libro “El bolet y la génesis de las culturas” establece una curiosa asociación entre el consumo del hongo Amanita Muscaria y las leyendas sobre seres diminutos, ya que estos, sólo aparecen en culturas y áreas geográficas donde se da el hongo alucinógeno, en cualquiera de sus variedades, y cuya ingestión, además de una euforia y actividad extraordinaria, propiciaba una acentuada sensación de pequeñez.
Popularmente todavía se habla de “estar tocat del bolet” siendo típica la iconografía de estos seres diminutos viviendo bajo la Amanita Muscaria y llevando un “barret” rojo.
Pero si cambiamos de tamaño, es también habitual encontrarnos en nuestras leyendas con una serie de fabulosos gigantes, siendo quizás, el mas famoso y conocido el que contribuyó a formar el Puig de Randa. Cuenta la rondalla que un gigante proveniente de Argel era tan grande que tenía que llevar una barca en cada pié. Debido a un fuerte temporal y a separarse las barcas cada una por un lado en la isla de Cabrera, el gigante perdió el equilibrio y tuvo que apoyar su bastón en tierra, formando el impresionante “Pou de Cala Pí” de “80 canyes”; siguió tropezando con la sierra de Galdent, destrozándola en parte y formando una brecha en la roca, todavía conocida en la toponimia local como “Sa sopegada des gegant”. Debido a tan formidable traspiés se le cayó el cesto con piedras que llevaba sobre la cabeza y la más grande formó el actual “Puig de Randa”, del sobresalto y consecuente sudor que tuvo el gigante se formo en este caserío de Randa la cristalina fuente de “Na Tomasa”.
Otra leyenda, menorquina, refiere que una antigua raza de gigantes comía sobre la Taula de Torralba Gran y bebían agua del “pou de Na Patarrá” en Alaior, dentro de un impresionante conjunto talayótico, que forma uno de los lugares con más misterio de Menorca.
El “pou de Na Patarrá” es una obra de auténtica ingeniería prehistórica; excavado en la roca, tiene unos 50 metros de profundidad y ocho tramos de escalera que bajan en zig.zag hasta el tramo noveno, con 199 peldaños. Aunque otros investigadores dicen que son 368. Ha sido abierto y cerrado en varias ocasiones por sus propietarios.
Se considera popularmente como la entrada al infierno.
El agua que gota a gota se va filtrando se almacena en una pileta y se le atribuyen poderes mágicos, quien bebe de ella se vuelve inmortal y si alguien se sumerge en ella acaba petrificado.
Quien entra en el pozo corre el riesgo de que sus sueños se vean invadidos por brujas y seres sobrenaturales.
También cuentan las leyendas que el día 24 de Junio a las 12h. exactas del mediodía, el sol llega hasta el fondo.
El pozo no es vertical lo que imposibilita el uso de la polea para sacar agua y su fondo tiene apenas agua, con lo que todo hace de este pozo una cavidad muy misteriosa donde caben toda clase de suposiciones y teorías explicativas sobre su funcionalidad.
El último tramo termina en un fondo de piedras sueltas lo que imposibilita conocer su exacto final.
El nombre de Patarrá es de raíz prerromana que el filólogo Corominas relaciona con el vasco “petarr” cuesta escabrosa y con el gascón Petare: pendiente abrupta.
Era una “giganta” la encargada de sacar agua de este pozo, mientras otros cinco gigantes se sentaban a comer en torno a la taula de Torralba; y como recuerdo de su actividad nos legó el impresionante menhir, llamado todavía “el huso de la giganta”.
Tema este de las Taulas que sigue siendo un gran enigma para la arqueología, pues no deja de ser significativo que sea la isla de Menorca, “el único lugar del mundo donde se dan tales construcciones”, desconociéndose todavía su funcionalidad.
Me parece interesante resaltar aquí la relación entre estos personajes de leyenda y los monumentos megalíticos de nuestras islas. ¿Son estas relaciones entre construcciones megalíticas y gigantes la consecuencia de intentar dar una explicación popular y primitiva al carácter sobrehumano que dichas construcciones inspiraban?
No sería extraño pues incluso eruditos humanistas pre científicos como el historiador Juan Bautista Binimelis decía en su obra “Nueva historia de la isla de Mallorca” publicada en 1593 que “los primeros habitantes de las islas eran gigantes” y que “los fabricantes de tales edificios, forzadamente habían de ser gigantes o demonios”, haciéndose eco de aquel pasaje bíblico del Génesis (6.4) que sostiene “que en aquel tiempo existían sobre la tierra los gigantes”.
Otros personajes con mágicos poderes son los “morets”, generalmente árabes que tras la conquista de la isla por el rey Jaime I permanecieron como esclavos en las posesiones de la ruralía. Solían encontrar fuentes y realizar actividades prodigiosas al servicio de sus amos; mientras estos cumplían la promesa acordada, ya que en caso contrario el prodigio cesaba, la fuente se secaba, etc.
Aunque quienes se llevaban la palma en cuanto a maldad y hechicería eran las “bruixas” y “bruixots” con sus encantamientos y pócimas.
Según las creencias populares una “bruixa” o un “bruixot” eran seres a los que se les atribuía un poder sobrenatural mágico, procedente de haber tenido un pacto con el demonio; actuaban individualmente o a través de otra persona y podían metamorfosearse en un animal.
Esencialmente trabajaban con rituales maléficos, conjuros y maleficios, aunque en las islas eran especialmente hábiles en “donar mal bocí” o “bolleta”, operación que consistía en colocar en un alimento ordinario una sustancia toxica o nociva que atacaba al sistema nervioso, produciendo exaltación, depresión, desvaríos o trastornos mentales y físicos de todo tipo.
Quienes habían recibido “malbocí” se decía que habían sido “encisats” o “tocats” y no había otro remedio que “cortar el maleficio” para sanar. Si el producto o alimento que contenía el veneno se lanzaba al fuego, entonces la bruja o el “malbociner” sufrían las heridas o las graves quemaduras.
Se distinguían siete tipos básicos:
Para enamorar, para añorar, para olvidar, para hacer pensar, para aburrir, para perder el entendimiento y finalmente para matar.
Algunas brujas se paseaban en hilos de plata los sábados por la noche entre “els Puigs de Alaró y Alcadena”; otras se reunían en “Es pla de ses Bruixas” de Manacor; en “Sa cova de Ses Bruixas” en los acantilados de la costa norte de Mortitx”; o bajo las cuevas del castillo de Bellver como la famosa “Bruixa Joana”. En fin la documentación es abundantísima y daría para un tratamiento monográfico del tema.
Pero no todo era maldad, esta es también una tierra de mágicos curanderos y sanadores, en donde la tradición de haber nacido “vestido” con la placenta, o el día de San Pablo, o el poseer una “saliva especial” o un “toque de manos, mágico” confería poderes especiales que la gente creyente utilizaba, aunque el curandero no tuviera conocimientos de medicina. Había ungüentos que se hicieron muy conocidos como “S´unguent de ses set cosas”: aceite, limón, ruda, colas de puerros, donzell (ajenjo de montaña, llamado también hierba santa) y cera que solía aplicarse en determinadas enfermedades infantiles.
Mas incorpóreas eran las “ánimas” de los muertos, que seguían influyendo en la vida de los vivos; especialmente con sorprendentes apariciones nocturnas. De algunas casas o lugares, como “Es putget de Esporles” donde se daban esos extraños e inexplicables sucesos se decía que “sortía por”, que “salía miedo”. En la noche de difuntos, el 1º de Noviembre, una festividad que dicho sea de paso, la Iglesia católica heredó de la fiesta céltica del Shamain, en donde estaban abiertas las puertas del más allá y era posible la comunicación con los muertos; se solían colocar en las casas rurales y en los pueblos sobre todo, en que hacía poco que había fallecido una persona, pequeñas velas, “linternas” o “animetas”. Parece ser que se apagaban las velas de las habitaciones donde el difunto había sido feliz en vida; quedando encendidas en los lugares donde había padecido.
Un lugar cuyo topónimo nos recuerda una masiva aparición de almas de difuntos es “Es coll de ses ánimes” de S´Arracó, en donde cuenta la tradición que la noche de difuntos aparecía una procesión de monjes con cirios encendidos, a modo de la santa compaña en Galicia.
Podríamos seguir extendiéndonos en otra serie de enigmas y tradiciones fantásticas como ¿porqué los cazadores ibicencos con podencos, nunca salían a cazar el día de difuntos? ¿O a que se debe la gran cantidad de pozos octogonales que existen en las islas? ¿O que relación puede establecerse entre los “foguerons” y “beneides” de Sant Antoni, internacionalmente conocidas y la fiesta céltica del Imbolg en la que se hacía pasar, en un mágico acto purificatorio, a los rebaños de animales entre enormes hogueras ante la bendición de los sacerdotes druidas y la fiesta del pueblo?,
O ¿como la divinidad de nuestros antepasados se convirtió en el demonio actual?
Pero el tiempo manda y no conviene abusar de tan magnífica atención.
Hemos ido presentando aquí, sólo una pequeña miscelánea, un breve muestreo, de un mundo muchísimo más extenso, variado y complejo; muy cercano a lo que conocemos como una cultura. Un mundo que era hasta hace poco, moneda de cambio habitual entre nuestros abuelos; un mundo que, evidentemente, no volverá, pero que forma parte de nuestra historia y de nuestra identidad como pueblo; un riquísimo patrimonio que es urgente rescatar y preservar del olvido, pues como decía el escritor mallorquín Gabriel Janer Manila:
“Un poble que no té llegendes per contar, és un poble condemnat a morir de fred. Mala vida li espera a la gent que ha perdut la capacitat de percebre la poesía de les velles paràboles, de recontar, de bell nou, els somnis de sempre, de tornar recrear dins la memoria les velles i antigues ombres col.lectives”.
Pues, eso es todo, ha sido un placer compartir este tiempo con ustedes y otra vez mas, muchas gracias por su asistencia y por su atención.


NOTAS.

[1] Miquel Costa i LloberaTradicions i FantasiesPròleg de Josep Ma. LlompartEd. Moll. Col·lecció Biblioteca Bàsica de Mallorca.