Pseudohagiotoponimia isleña
“San Juliente de madero ¿Dónde estás que no te veo?”
“San Taló no farás miracles, no”
“Debajo del manto, otras cosas esconde el santo”
(Del refranero popular)
“San Taló no farás miracles, no”
“Debajo del manto, otras cosas esconde el santo”
(Del refranero popular)
Aprovechando una de esas lluviosas tardes invernales mallorquinas, en donde se hace imposible salir a la calle, y parapetado tras el escaso calor de un aromático café, iba preguntándome por una serie de hagiotopónimos[1] mallorquines y menorquines muy curiosos y enigmáticos. Y digo curiosos o enigmáticos, porque esos topónimos me remitían a una serie de santos que no existían en los santorales católicos al uso.
Efectivamente, santos y santas........ “no catalogados en los inventarios de la Iglesia de Roma”, como por ejemplo: Santa Ponça (Calviá); Santa Cirga (Manacor); Santa Galdana (Menorca); Santueri (Pollença y Felanitx); Santa Famia (Escorca); Santanyí (Campanet y Santanyí); Sant Maior (Escorca); Santa Madrona (Menorca); Sentoder (Santa Margalida) Santandria (Ciutadella), Santa Galdana (Menorca), Font Santa (Campos) junto a las salinas.etc.
Lo significativo del tema es que tanta santidad inexistente, no se agotaba en las islas, sino que podía rastrearse una pista similar de falsos santos en la Península Ibérica: Santamera; Sant Taló; Santianes; Santoña; Santorín; Sant Fost; Santeron, Santafret, etc.
Y también en otros lugares de Europa: Santu Lussurgio (Cerdeña), Santadi (Cerdeña), Santagilla (Cerdeña), etc. Por citar sólo unos pocos.
¿Donde encajaban estos nombres de santos que no eran tales?
Respetando, los santos reputados como verdaderos por la Iglesia; o incluso concediendo los inventados por esta; que como las “meigas”, “haberlos haylos”, el “rompecocos” y su disfrute, fue prolongándose durante algunos días, hasta poder plantear alguna hipótesis con visos de ser verificada y desarrollada “in extenso”.
Revolviendo notas, libros y apuntes de gabinete para ver que significaban estos topónimos, tampoco me acababan de satisfacer las explicaciones etimológicas habitualmente utilizadas por los investigadores que se habían ocupado del tema, pues estas me parecían excesivamente arriesgadas e hiperbólicas.
Había quienes buscaban la justificación de la primera parte de estos topónimos “Sant”, en el árabe “Sanad” = cuesta o subida; aunque el problema surgía al comprobar que la mayoría de estos lugares no sólo eran planos sino que , para más INRI, eran verdaderas hondonadas o depresiones lacunares.
Tampoco me convencían ciertas feminizaciones como Santa Ponça, derivada de un Sant Ponç o “Santa Cirga”, feminización de un tal Cyriaque o Sant Cyr, martirizado en Cerdeña.
Ni siquiera el presunto academicismo de tesis doctorales, sobre especimenes peninsulares, para explicar “Santa Muera” en el valle del Esera, recurriendo al antropónimo latino “Maura” = moro de la Mauritania. Y encima sin explicar el “Santa” anterior.
O proponer que este “sant” es una deformación de “salt” = salto de agua, en un estrecho o desfiladero; del latino “saltus”, en lugares que son planos como la palma de la mano.
Al final, como suele pasar con la mayoría de series onomásticas, cuando se les sigue la pista con una cierta insistencia, pude comprobar una significativa coincidencia toponímica, geográfica y cultural, una sencilla llave que permitía abrir un rico cofre de nombres hasta ahora no explicados. Y es que gran parte de estos enigmáticos, a fuerza de inexistentes, “Sant”, “Santos” y “Santas” podrían derivar con bastante verosimilitud de antiguas raíces celto-Ligures[2] o simplemente del indoeuropeo común: *Sant, *Sent, utilizadas, durante milenios para designar zonas pantanosas, de aguas residuales y encharcadas. Como el latino y castellano actual “sentina” = cloaca, alcantarilla, albañal, sitio lleno de agua sucia y por extensión, “posos” o “desechos”.
Aspecto este que definía perfectamente las características geográficas de los topónimos señalados.[3]
En la Península, miles de ejemplos, de los que selecciono un muestreo breve: Santonge (Almería), Santa Mora (Valle del Ésera), Santo Morcillo (Laguna del complejo lacustre de Ruidera), “Bassa” Santonja(Ondarra), Santu Mederu (altos de Reinosa), Santafret ( Baja Ribagorza), Santa Romana (Baja Ribagorza), Santeron (Cuenca), Santiano (Sansa, Rossellón) etc. etc.
En Europa: Sant Lugano (Torino), Lago santo (Apeninos), Santeuil (en donde la desidencia –ialo = claro),(Auneau, Francia);San Vero milis, Santadi y Santa Gilla (Cerdeña). Santarin (actual Santarem, Portugal)
Pero el tema no acaba aquí, pues la segunda parte, es decir lo que correspondería al nombre de estos falsos santos y en un porcentaje altísimo, es un elemento calificativo o identificativo de la zona pantanosa, reforzando así el postulado anterior de que “sant” está referido a un hidrónimo: “Ponça”; “Ueri”; “Maior”; “Lucar”; “Pola”, “Oder”, “Mira”, “Lugo”, “Mil” etc.
En otros casos parece calificarlos, señalando su característica o peculiaridad dominante: “grande” (ander), “redondo” o “acequia” (circa/zirca), “acuoso” (anna o anni), “sucio” (mai), “en el cauce” (aro, eron), etc. Sin excluir, ocasionalmente, tautotopónimos. [4]
Todo lo anterior me induce a sospechar que en buena parte de otros hagiotopónimos, amparados bajo la protección de un santo, esta vez sí catalogado y certificado, se oculta el mismo proceso de transformación, sobre la base de la homofonía de unos topónimos que en aquellas épocas tardías de cristianización de la Europa pagana, habían perdido ya su significado original que designaba un entorno natural; como por ejemplo: El Prat de Sant Jordi o la famosa hondonada de Sant Martí (Alcudia) que podría provenir de un anterior “Sant Morti(t)”, “Na Sant Joan” (sic) en la zona pantanosa bajo el Puig de Ses Bruixes en LLucmajor. Son Sant Joan (Palma) antigua albufera. “Trans sancta anam” (sic) (Albufera de Alcudia) en donde queda clara la referencia de “anam” = paludem.
Pero dejemos el desarrollo, verificación en detalle y validación o no, de todo lo expuesto, para los etimologistas profesionales que quieran recoger el guante; pues los apuntes invernales dan lo que dan y no es cuestión de ir cansando al lector con farragosas series o especializadas normativas lingüísticas.
Efectivamente, santos y santas........ “no catalogados en los inventarios de la Iglesia de Roma”, como por ejemplo: Santa Ponça (Calviá); Santa Cirga (Manacor); Santa Galdana (Menorca); Santueri (Pollença y Felanitx); Santa Famia (Escorca); Santanyí (Campanet y Santanyí); Sant Maior (Escorca); Santa Madrona (Menorca); Sentoder (Santa Margalida) Santandria (Ciutadella), Santa Galdana (Menorca), Font Santa (Campos) junto a las salinas.etc.
Lo significativo del tema es que tanta santidad inexistente, no se agotaba en las islas, sino que podía rastrearse una pista similar de falsos santos en la Península Ibérica: Santamera; Sant Taló; Santianes; Santoña; Santorín; Sant Fost; Santeron, Santafret, etc.
Y también en otros lugares de Europa: Santu Lussurgio (Cerdeña), Santadi (Cerdeña), Santagilla (Cerdeña), etc. Por citar sólo unos pocos.
¿Donde encajaban estos nombres de santos que no eran tales?
Respetando, los santos reputados como verdaderos por la Iglesia; o incluso concediendo los inventados por esta; que como las “meigas”, “haberlos haylos”, el “rompecocos” y su disfrute, fue prolongándose durante algunos días, hasta poder plantear alguna hipótesis con visos de ser verificada y desarrollada “in extenso”.
Revolviendo notas, libros y apuntes de gabinete para ver que significaban estos topónimos, tampoco me acababan de satisfacer las explicaciones etimológicas habitualmente utilizadas por los investigadores que se habían ocupado del tema, pues estas me parecían excesivamente arriesgadas e hiperbólicas.
Había quienes buscaban la justificación de la primera parte de estos topónimos “Sant”, en el árabe “Sanad” = cuesta o subida; aunque el problema surgía al comprobar que la mayoría de estos lugares no sólo eran planos sino que , para más INRI, eran verdaderas hondonadas o depresiones lacunares.
Tampoco me convencían ciertas feminizaciones como Santa Ponça, derivada de un Sant Ponç o “Santa Cirga”, feminización de un tal Cyriaque o Sant Cyr, martirizado en Cerdeña.
Ni siquiera el presunto academicismo de tesis doctorales, sobre especimenes peninsulares, para explicar “Santa Muera” en el valle del Esera, recurriendo al antropónimo latino “Maura” = moro de la Mauritania. Y encima sin explicar el “Santa” anterior.
O proponer que este “sant” es una deformación de “salt” = salto de agua, en un estrecho o desfiladero; del latino “saltus”, en lugares que son planos como la palma de la mano.
Al final, como suele pasar con la mayoría de series onomásticas, cuando se les sigue la pista con una cierta insistencia, pude comprobar una significativa coincidencia toponímica, geográfica y cultural, una sencilla llave que permitía abrir un rico cofre de nombres hasta ahora no explicados. Y es que gran parte de estos enigmáticos, a fuerza de inexistentes, “Sant”, “Santos” y “Santas” podrían derivar con bastante verosimilitud de antiguas raíces celto-Ligures[2] o simplemente del indoeuropeo común: *Sant, *Sent, utilizadas, durante milenios para designar zonas pantanosas, de aguas residuales y encharcadas. Como el latino y castellano actual “sentina” = cloaca, alcantarilla, albañal, sitio lleno de agua sucia y por extensión, “posos” o “desechos”.
Aspecto este que definía perfectamente las características geográficas de los topónimos señalados.[3]
En la Península, miles de ejemplos, de los que selecciono un muestreo breve: Santonge (Almería), Santa Mora (Valle del Ésera), Santo Morcillo (Laguna del complejo lacustre de Ruidera), “Bassa” Santonja(Ondarra), Santu Mederu (altos de Reinosa), Santafret ( Baja Ribagorza), Santa Romana (Baja Ribagorza), Santeron (Cuenca), Santiano (Sansa, Rossellón) etc. etc.
En Europa: Sant Lugano (Torino), Lago santo (Apeninos), Santeuil (en donde la desidencia –ialo = claro),(Auneau, Francia);San Vero milis, Santadi y Santa Gilla (Cerdeña). Santarin (actual Santarem, Portugal)
Pero el tema no acaba aquí, pues la segunda parte, es decir lo que correspondería al nombre de estos falsos santos y en un porcentaje altísimo, es un elemento calificativo o identificativo de la zona pantanosa, reforzando así el postulado anterior de que “sant” está referido a un hidrónimo: “Ponça”; “Ueri”; “Maior”; “Lucar”; “Pola”, “Oder”, “Mira”, “Lugo”, “Mil” etc.
En otros casos parece calificarlos, señalando su característica o peculiaridad dominante: “grande” (ander), “redondo” o “acequia” (circa/zirca), “acuoso” (anna o anni), “sucio” (mai), “en el cauce” (aro, eron), etc. Sin excluir, ocasionalmente, tautotopónimos. [4]
Todo lo anterior me induce a sospechar que en buena parte de otros hagiotopónimos, amparados bajo la protección de un santo, esta vez sí catalogado y certificado, se oculta el mismo proceso de transformación, sobre la base de la homofonía de unos topónimos que en aquellas épocas tardías de cristianización de la Europa pagana, habían perdido ya su significado original que designaba un entorno natural; como por ejemplo: El Prat de Sant Jordi o la famosa hondonada de Sant Martí (Alcudia) que podría provenir de un anterior “Sant Morti(t)”, “Na Sant Joan” (sic) en la zona pantanosa bajo el Puig de Ses Bruixes en LLucmajor. Son Sant Joan (Palma) antigua albufera. “Trans sancta anam” (sic) (Albufera de Alcudia) en donde queda clara la referencia de “anam” = paludem.
Pero dejemos el desarrollo, verificación en detalle y validación o no, de todo lo expuesto, para los etimologistas profesionales que quieran recoger el guante; pues los apuntes invernales dan lo que dan y no es cuestión de ir cansando al lector con farragosas series o especializadas normativas lingüísticas.
NOTAS.
[1] Topónimos referidos a lugares de temática sagrada o relativos a santos.
[2] Este horizonte cultural casa muy bien con las referencias que nos facilita la arqueología, la onomástica antigua y la toponimia para las poblaciones prerromanas de Mallorca y Menorca.
[3] La toponimia indoeuropea tiene mucho que ver con el lenguaje descriptivo típico de pastores y ganaderos nómadas.
[4] Un Tautotopónimo es por ejemplo: "Río Guadiana" (Annam = río y estanque, en céltico. Wadi = río en árabe. y Río = río en castellano. Cuando decimos río Guadiana, estamos diciendo realmente: "río, río, río". Sí, es una risa de río.